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    Alfonso Barquín Cendejas


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  • Reseña del libro: Etnografía. Seis visiones. Etnografía de las regiones indígenas de México, de Leopoldo Trejo y Nicolás Olivos,

    Mauricio González González


  • Reseña del libro: Cosmopolítica y cosmohistoria. Una anti-síntesis, de María Isabel Martínez Ramírez y Johannes Neurath, coords.

    Helena Maldonado Goti


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  2. Publicación No. 8
  3. Reseña del libro: Etnografía. Seis visiones. Etnografía de las regiones indígenas de México, de Leopoldo Trejo y Nicolás Olivos,

Reseña del libro: Etnografía. Seis visiones. Etnografía de las regiones indígenas de México, de Leopoldo Trejo y Nicolás Olivos, coords., (México, INAH: 2021)

Mauricio González González
Colegio de Psicoanálisis Lacaniano (cpl) / Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (Cesder)
mauricioglez@politicas.unam.mx

Fecha de recepción: 30 de noviembre de 2022
Fecha de aprobación: 16 de enero de 2023

En 2014 tuvo lugar una celebración doble: los 50 años del Museo Nacional de Antropología (mna) y los 15 del proyecto Etnografía de la Regiones Indígenas de México, el más grande en la historia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en materia etnográfica, para lo cual se organizó un coloquio en el que se reunieron más de 50 investigadores en torno a 13 mesas bajo el tema: “La etnografía y los retos del México contemporáneo. Etnografía de las regiones indígenas de México en el nuevo milenio”. Aderezando el encuentro seis ponencias magistrales hicieron lo propio, pluralizando aún más las voces, las cuales se compilan en este volumen a las que se añadieron seis entrevistas hechas a sus autores: Georges E. Marcus, Carlos Reynoso, Néstor García Canclini, Claudio Lomnitz, Christian Ghasarian y Marshall Sahlins quienes abundaron acerca del papel de la etnografía no sólo en el campo antropológico, sino también museográfico y en la generación de conocimiento pertinente ante apremios contemporáneos.[1]

Esta publicación tiene lazo genealógico con un esfuerzo similar emprendido en 2001 por el proyecto etnográfico que, en sus inicios, celebró un encuentro similar en Oaxaca en torno al papel de la etnografía en la antropología mexicana, publicado bajo el título Encuentro de voces. La etnografía de México en el siglo XX,[2] lo cual es fehaciente en la introducción, a cargo de Leopoldo Trejo, y el epílogo, redactado por Nicolás Olivos, dos partes fundamentales del presente libro no sólo por el marco en que sitúan los capítulos que le componen, sino por la suficiencia y valentía que muestran ambas plumas frente a problemas acuciantes que atraviesan a la museografía y a la antropología mexicana, con un abierto distanciamiento al nacionalismo característico de la temprana formación disciplinaria en el país, pasando por señalamientos en torno a la colonialidad del saber así como a la crítica al empirismo ingenuo y al localismo que aún adolecen muchas de las producciones antropológicas, las cuales, no obstante, mantienen un esfuerzo etnográfico importante, a pesar de que sus alcances teóricos y museográficos son limitados. Nada mejor que “el punto de vista del nativo” en materia museográfica como la voz de Leopoldo Trejo, quien no tiene necesidad de recurrir a recursos ajenos a su experiencia para poner en la mesa una mirada crítica a propósito del papel que hoy tiene la etnografía en las salas del mna. El epílogo, por su parte, cierra abrevando de reflexiones que aparecen en las conferencias y las entrevistas, subrayando las implicaciones teóricas y metodológicas en que Nicolás Olivos muestra amplia competencia desde una enunciación cercana al giro reflexivo.

La diversidad de enfoques que presentan los diferentes capítulos es un grato reflejo de la heterogeneidad que habita a los investigadores implicados en proyectos del inah, pero también muestra el interés genuino por ampliar los marcos de conversación, que si bien tiene un fiel en la investigación con pueblos originarios, la complejidad de los mismos y la amplitud de temas de investigación no puede ceñirse exclusivamente a ellos. Así, Georges Marcus, connotado investigador de la antropología crítica estadounidense, presenta una reflexión en la que echa a andar una “paraetnografía” multilocal que imbrica la colaboración de públicos diversos desde la producción de la misma, abriendo espacios a la intervención en diseño y experiencias imposible de subsumir a la mera textualidad de la etnografía convencional, abrevando del arte participativo y la experimentación estética. Por su parte, Carlos Reynoso, desde una posición e inercia polémica, expone las “argucias” de lo que él localiza en autores del llamado giro ontológico, el cual, si bien ofrece algunos puntos a debatir sobre la forma de intervención de textos y la recepción de autores posestructuralistas, resulta particularmente pobre al denostar el trabajo etnográfico de Philippe Descola, Eduardo Viveiros de Castro y Bruno Latour y al no dedicar una sola línea al lugar que tiene el registro de prácticas de conocimiento, la utilidad de herramientas de la pragmática en etnografía o la descripción minuciosa de redes y ensamblajes en campos particularmente heterogéneos, siendo el pretexto del evento el diálogo en torno a la etnografía y su papel en los tiempos que corren. Néstor García Canclini, con mucho oficio pero también con ingenio, ofrece una ficción futurista en la que el problema de la patrimonialización y las formas de concebir la cultura decantan en una propuesta de repertorios mucho menos normativa, sensible a la creatividad y acorde con la incidencia de numerosos actores en la producción e innovación cultural. El trabajo de Claudio Lomnitz aborda un punto sintomático de la antropología mexicana al perder el protagonismo del que gozó décadas atrás, participando en los debates de los “grandes problemas nacionales”, relegada hoy por la preponderancia de aproximaciones cuantitativas ad hoc a la episteme del fin de siglo pasado, cuyo potencial, sin embargo, puede recobrarse al ser altamente sensible a la producción de conocimiento sutil, en la medida en que logre insertarse en abordajes interdisciplinarios que ya no sólo se reduzcan a cuestiones nacionales en materia de políticas públicas, sino también a problemas sistémicos como los relacionados con el deterioro ambiental y la emergencia climática. Christian Ghasarian toma un costado por demás contemporáneo en lo que respecta al campo laboral del etnógrafo, donde actualmente se participa en proyectos de empresas privadas que ponen en tensión los principios éticos y deontológicos de toda investigación antropológica, tomando posición sobre su viabilidad a través de una experiencia reflexiva que permita discernir prioridades dentro de un trabajo con este tipo de compromisos, siendo cada vez más frecuente el que sea uno de los pocos espacios profesionales en los que se ejerce el oficio. Por último Marshall Sahlins, antropólogo imprescindible del siglo xx recientemente fallecido, presenta los alcances de una intervención antropológica en fuentes históricas mediante comparaciones que toman por objeto a la majestad foránea mexica, cuya consistencia toma cuerpo bajo referencias controladas de la tradición política melanesia y africana, para concluir con una operación de mostración donde las relaciones interculturales son la característica propia de toda configuración cultural, sumando con ello una mirada crítica a la aún vigente hipótesis Sapir-Whorf, cuya analogía con culturas homogéneas a manera de bolas de billar fue clásicamente plasmada por Eric R. Wolf en Europa y la gente sin historia,[3] crítica particularmente relevante en un país habitado por viva diversidad como el nuestro y con variantes racistas de diferentes cepas. Sin duda una intervención memorable no sólo por haber sido tal vez una de las últimas de Sahlins en vida, sino por mostrar la potencia del abordaje antropológico para cuestiones tan significativas como los abordajes de sistema-mundo.

Las entrevistas exponen la sólida formación y mirada analítica de cada uno de los expositores, las cuales se recuperan en el epílogo vinculándolas a reflexiones poscoloniales y decoloniales, al papel de la historicidad, al aporte de los feminismos, del conocimiento situado y el lugar cada vez más fehaciente que toma la afectación y la reflexividad en la descripción etnográfica, destacando que a pesar de su uso extendido en otras disciplinas, la particularidad antropológica tiene que ver en mucho con la profundidad, la intensidad y densidad que alcanza en este campo, su complejidad en un marco de regímenes de alteridad que incluso pueden ser constitutivos. Y si bien es evidente en las entrevistas que la difusión del trabajo etnográfico de países latinoamericanos es por demás limitada —tal como Roger Magazine y Jorge Rosendo Negroe recientemente constataron también con relación a la mexicana—,[4] es innegable la influencia actual de la teorización brasileña, así como la potencia que alberga la etnografía de países no metropolitanos y que, convocados por el texto, permiten especular derivas para explorar líneas en las que, por ejemplo, a la manera de Marcus y su aproximación al arte participativo, la investigación participativa —común en manejos socioambientales o en el acompañamiento a víctimas de diferentes agravios— decanten en experiencias colaborativas innovadoras; que la alter-antropología que se practica en numerosas etnografías posibilite una forma de registro donde la agencia de nuestros interlocutores no se reduzca a referencias enciclopédicas; grafías del porvenir que ya no sólo estén a cargo de la pluma del etnógrafo o la investigadora en turno, sino de los colectivos que le orientan, de las que somos tributarios, permitiendo que el protagonismo del saber antropológico se teja en numerosas trincheras cuya incidencia no sólo se constate en políticas públicas, sino que se tome a cucharadas en un sinfín de rincones cotidianos, participando de las apuestas de vida frente a amplios procesos de despojo y devastación hacia una auténtica transformación, en la producción de heterotopías en curso. La presentación de Ghasarian, con la reflexividad que exige, implica en países como el nuestro no sólo a quienes asumen el encargo del mercado o el Estado, sino que interpela a su vez a quienes participan de procesos en los que actividades extractivas son puestas en acción sobre amplios sectores con quienes los antropólogos trabajan, donde los encargos son de las comunidades o colectivos afectados con diferenciales de poder abiertamente desiguales. Por último, el esfuerzo comparativo que pone a trabajar Sahlins nos es cada vez menos ajeno respecto de etnografías regionales, aunque aún poco frecuente en términos de áreas de estudio fuera del país, cuyos ensayos no obstante existen ya en, por ejemplo, la antropología del arte y que en materia arqueológica comienzan a tener solidez.

El énfasis en la operación que implica la escritura etnográfica y la incondicional reflexividad a la que invita este libro no puede ya obviarse, considerando el peso que tiene la relacionalidad en los enfoques etnográficos, la producción situada de conocimiento y las implicaciones de nuestro campo en el desmontaje y proliferación de narrativas, donde el uso de conceptos y terminología no puede ceder al disciplinamiento y ha de entregarse, del brazo de nuestros interlocutores, a la exploración de senderos dignos de recorrerse en un mundo que hace agua climática. Viene bien entonces tener presente a Anna Tsing, quien con cautela se hace a la mar de la descripción en la que “cambia la función que atribuimos a los nombres, incluidas las etnias y las especies. Si las categorías son inestables, debemos verlas emerger en el marco de encuentros. Utilizar nombres de categorías debería ser una solución de compromiso para poder seguir el rastro a aquellos conjuntos en los que dichas categorías adquieren preeminencia momentánea”.[5]

Los autores de esta obra nos convocan nuevamente a refrendar un compromiso con la etnografía, haciendo de él una carta de amor en la que lo ideal no es privilegio, pues las sólidas experiencias que presenta enmarañan un tipo de relación donde la condición de los implicados es profunda, respetuoso y abierta, cuya temporalidad a veces requiere distancia y a veces íntima imbricación, pero donde dicha relación es sin más productiva. Un escrito que en su tinta lleva amor a la diferencia, con el equívoco de este último término en tanto diferencia que produce y promueve diversidad, pero que también difiere, no impone, imposibilitando la dominación de lo Uno, de “la buena vía” sobre cualquier otra, incitando a tomar posición, difiriendo con algunas. Pero más aún, es también un diferir a la manera de un don en el que diferentes circuitos de reciprocidad están en curso, activo, en el futuro de todas y todos los convocados a seguir trabajando bajo el compromiso del encuentro con alteridades no exotizadas, no sustancializadas, creativas, irreductibles, generosas, potentes. Un libro para etnógrafos experimentados, museógrafos preocupados y para muchas y muchos que están en formación, una que debería ser permanente.

 

[1] Leopoldo Trejo y Nicolás Olivos, coords., Etnografía. Seis visiones. Etnografía de las regiones indígenas de México (México: Secretaría de Cultura-inah [Etnografía de los Pueblos Indígenas de México, serie Debates], 2021).
[2] Gloria Artis, coord., Encuentro de voces. La etnografía de México en el siglo xx (México: Conaculta-inah [Etnografía de los Pueblos Indígenas de México, serie Debates], 2005).
[3] Eric R. Wolf, Europa y la gente sin historia, 2a. ed., trad. de Agustín Bárcenas (México: fce [Sección de Obras de Historia], 2005 [1982]), 19.
[4] Roger Magazine y Jorge Rosendo Negroe Álvarez, “La influencia de la antropología mexicana fuera de México: las aportaciones y limitaciones de una antropología de dominación y sufrimiento”, Plural. Antropología desde América Latina y el Caribe, Revista semestral de la Asociación Latinoamericana de Antropología, año 5, núm. 9 (enero-junio de 2022): 169-196.
[5] Anna Lowenhaupt Tsing, La seta del fin del mundo. Sobre la posibilidad de vida en las ruinas del capitalismo, trad. de Francisco J. Ramos (Madrid: Capitán Swing, 2021 [2017]), 54.

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Narrativas Antropológicas, primera época, año 6, número 11, enero-junio de 2025, es una publicación electrónica semestral editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Secretaría de Cultura, Córdoba 45, col. Roma, C.P. 06700, alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, www.revistadeas.inah.gob.mx. Editor responsable: Benigno Casas de la Torre. Reservas de derechos al uso exclusivo: 04-2019-121112490400-203, otorgada por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la ultima actualización del número: Iñigo Aguilar Medina, Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, Av. San Jerónimo 880, col. San Jerónimo Lídice, alcaldía Magdalena Contreras, C.P. 10200, Ciudad de México; fecha de última actualización: 10 de enero de 2025.

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