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  2. Publicación No. 8
  3. Utopías espaciales y política terrenal. Consideraciones antropológicas sobre los escenarios utópicos de colonización planetaria

Utopías espaciales y política terrenal. Consideraciones antropológicas sobre los escenarios utópicos de colonización planetaria
Spatial utopias and earthly politics. Anthropological considerations on utopian scenarios of planetary colonization

Alfonso Barquín Cendejas
Dirección de Etnología y Antropología Social, inah

albarcen@yahoo.com.mx

RESUMEN
Para la antropología política, resulta fundamental el estudio de la dimensión cultural de lo político. En este artículo se exponen resultados del análisis de algunas ideas que imaginan un nuevo orden social en las colonias espaciales, particularmente el orden político que Elon Musk plantea para las futuras comunidades en Marte. Esos modelos constituyen utopías políticas que pretenden instaurarse más allá de la Tierra. El contraste con el pragmatismo de los programas espaciales nacionales es notable. Por ende, se pondrá en evidencia el funcionamiento del pensamiento utópico y sus límites concretos frente a la colonización espacial. La etnografía espacial está lejos, todavía, de poder practicarse in situ; no obstante desde la antropología política se pueden evidenciar los mecanismos de construcción cultural del orden político futuro, derivado de la colonización espacial.

Palabras clave: espacio ultraterrestre, programa político, utopía política, antagonismos, astropopulismo, Elon Musk.

ABSTRACT
For political anthropology, the study of the cultural dimension of politics is fundamental. This paper presents results of the analysis of some ideas that imagine a new social order in space colonies, particularly the political order that Elon Musk proposes for future communities on Mars. These models constitute political utopias that pretend to be established beyond Earth. The contrast with the pragmatism of national space programs is remarkable. Consequently, the functioning of utopian thinking and its concrete limits in the face of space colonization will be highlighted. Spatial ethnography is still far from being practiced in situ, however, from the Political Anthropology it is possible to evidence the mechanisms of cultural construction of the future political order, derived from spatial colonization.

Keywords: outer space, political program, political utopia, antagonisms, astropopulism, Elon Musk.

Fecha de recepción: 22 de septiembre de 2022
Fecha de aprobación: 15 de marzo de 2023

Hace más de 50 años, Neil Armstrong pronunció unas célebres palabras que reseñaban lo intrascendente del paso de un hombre y su relevancia para la humanidad. En términos tecnológicos, así fue. La llegada a la Luna evidenció un nuevo nivel de desarrollo, cuyos resultados han impactado profundamente la vida en la Tierra. Las comunicaciones satelitales o el sistema de posicionamiento global (gps, por sus siglas en inglés) son avances sorprendentes en términos civilizatorios y que millones de personas utilizan sin reflexionar sobre su origen o complejidad. Así que para la Astronáutica y muchos segmentos de la sociedad el salto es gigantesco. ¿Y para la Antropología? Dados los grandes horizontes temporales que es capaz de abarcar frente a las transformaciones culturales, la evaluación es a mi ver más reposada.

Por un lado, los cambios sociales y culturales producto de revoluciones tecnológicas están en el corazón de nuestra disciplina y constituyen “objetos” normales de estudio. En este renglón, vemos en la Tierra efectos espectaculares pero previsibles en cuanto al número de personas ocupadas en la industria espacial, en el creciente monto de inversiones y ganancias, y sobre todo, en la explosión de un imaginario gigantesco cuyos efectos en la cultura de ciertos sectores sociales es dramático. La cima de ese imaginario es el abandono de la Tierra y la emigración a otros planetas. Por otro lado, aquellos relatos prodigiosos nos ubican en una paradoja inversa: hay grandes pasos para un pequeño número de personas, pero estamos muy distantes de un salto para la humanidad. A la fecha de este artículo, 10 personas se encuentran en el espacio; un número ínfimo respecto de las expectativas de convertirnos en una “especie multiplanetaria”, según el dicho de Elon Musk, el más notable de los promotores e inversores de cara a la habitación humana del espacio.[1] Es importante aclarar, en coincidencia con Tutton, que la focalización en este empresario sólo se dará en función de su liderazgo en el mercado espacial y de que es, claramente, el más adelantado en el factible establecimiento de una colonia en Marte.[2]

No se desdeñan los resultados de la industria espacial, pero desde una imagen sociocultural todavía estamos a una gran distancia de poder abordar antropológicamente la presencia del humano en el espacio ultra terrestre (eut). Ello supondría un número significativo de habitantes en una estación espacial o en una base lunar o marciana y su permanencia sostenida por un periodo suficientemente largo para generar un orden social estable y específico del nicho. Según se ve, ese horizonte colonizador está a 50, 100 años o incluso más. Si bien existen esfuerzos antropológicos interesantes, como el desarrollado por la University College of London sobre etnografía en la Estación Espacial Internacional,[3] lo cierto es que son sólo conjeturas de cómo pudiera ser la cultura espacial; aparece más cauto el proyecto polaco “Aries”, que lleva a cabo estudios antropológicos acerca de la experiencia de habitar en este planeta y también, más allá.[4] En cualquier caso, a la fecha lo que existe es una gran revolución sociocultural sobre cómo enfrentamos, en la Tierra, esos primeros intentos espaciales y cómo suponemos que será la vida en las colonias extraterrestres.

Justo frente a tal perspectiva de futuro es que se abre una veta analítica fructífera para seguir comprendiendo cómo los humanos modelamos el orden social por venir, en resonancia con las satisfacciones o frustraciones del presente y también las distintas expectativas en concordancia con las posibilidades de cada sociedad. Los proyectos de futuro pueden estar contenidos en los programas políticos; son la expresión de sectores sociales con intereses comunes, que frente a grupos sociales antagónicos, buscan implantarse a través del consenso, la elección, la negociación o el ejercicio de poder. La condición central de los programas políticos es ubicarse en el contexto de los antagonismos sociales para imperar, más no para existir como el único interés. Se ajustan a lo que mencionan Laclau y Mouffe: “la aceptación del carácter inerradicable de los antagonismos”.[5] Esta vía “normal”, que es la que están proponiendo —con distintos alcances— los Estados-Nación del globo en sus respectivos programas espaciales, contrasta con la extraordinaria vía de la utopía.

Las utopías bosquejan un futuro ideal para lograr acercarse: “Jamás conseguiremos alcanzar los puntos cardinales —y por eso ciertamente nunca viviremos en utopía— pero sin la aguja magnética, en modo algunos seríamos capaces de viajar de forma inteligente”.[6] Las expectativas desmedidas de las utopías, motivan la imaginación sobre un futuro sin conflictos, sin contradicciones, donde las luchas cesan y los antagonismos desaparecen, es decir, bosquejan un mundo donde los motivos para la política se desvanecen. Algunos modelos utópicos lucen factibles para pequeños grupos de personas, que se apartan de la sociedad para imponerse a sí mismos condiciones excepcionales en un espacio separado, intentando diluir las contradicciones que motivan su fuga; ya sean las derivadas del rechazo a los antagonismos de clase, del control estatal, buscando la pureza religiosa o educativa o rechazando los efectos de la industrialización y la destrucción de la naturaleza, por poner algunos ejemplos.[7]

El centro de estas utopías reside en su separación de la sociedad como está y no de su transformación; no plantean un proyecto político totalizador. Contienen, sin embargo, un dilema en su interior: al rechazar un cierto número de antagonismos sociales, generalmente rechazan el ejercicio de poder como medio para conseguir el orden interno. Esto es comprensible, porque como el poder es resultado de la capitalización social de asimetrías, una comunidad originada en el desprecio a las divergencias sociales verá condicionada su operación y factibilidad, al consenso interno.

Nada de ello rige en las definidas como utopías políticas, aquellas que buscan imponerse vía el poder político en sectores amplios de la sociedad, que no están necesariamente interesados. El impulso de esos peculiares esfuerzos políticos es alcanzar una sociedad mejor o ideal mediante la eliminación de antagonismos que consideran dañinos en el presente. A diferencia de las utopías de consenso, cuya dilución acecha a cada momento, las utopías políticas son paradójicas, pues al buscar la eliminación de antagonismos, requieren de otros por el necesario uso del poder político para consolidarse. De ahí que las utopías políticas hayan sido consideradas como un relato “que a través del ejercicio de poder, plantea la eliminación o suspensión de uno o varios antagonismos sociales”.[8]

Así, para la antropología política resulta profundamente interesante tipificar y analizar los relatos que plantean el deseable o posible orden político en las colonias del eut, fundamentalmente, porque esos relatos de carácter prescriptivo exponen en sus visiones del futuro una serie de juicios políticos sobre el presente, con la excepcional y novedosa característica de que son formulados desde una perspectiva global de lo que es y debe ser la humanidad. Ya en el siglo xx eventos dramáticos como la Segunda Guerra Mundial y la bomba atómica abrieron por primera vez la idea de reflexionar acerca del destino global de la humanidad frente a la probable guerra nuclear total, reafirmada durante la Guerra fría y condensada en el concepto de “destrucción mutua asegurada” (mad, por sus siglas en inglés). Hay otros fenómenos contemporáneos que conducen a reflexiones a propósito del desastre y la “unidad” de la humanidad: el calentamiento global, la contaminación mundial y la muerte de los ecosistemas; las pandemias globales; el caos social por la crisis terminal del capitalismo; la colisión de un meteorito gigante; el contacto con civilizaciones extraterrestres pacíficas o las amenazas por su hostilidad, etcétera. Si bien la idea del fin del mundo parece consustancial al ser humano, la factibilidad de emigrar a destinos extraterrestres hace que estos relatos convoquen actores que perciben el eut como vía de escape y solución de esas amenazas globales; en este caso aplica la sentencia de Marx, de que la humanidad se propone únicamente los objetivos que puede alcanzar.[9] En tal sentido, las herramientas tecnológicas han brindado la posibilidad de “innovar y dejar la Tierra, antes que cuidar de ésta”, como afirman Russel y Vinsel sobre las motivaciones escapistas de empresarios espaciales como Elon Musk.[10]

El eut condensa entonces motivaciones antagónicas. Por un lado, se presenta como el lugar de refugio ante las amenazas del fin de la civilización, sean autoinfligidas o venidas del exterior. Lo refiere muy bien Musk al declarar la utilidad de pequeñas colonias, “semillas de civilización humana”, que preserven nuestra forma de vida ante una nueva Edad Media, producto de las crisis en la Tierra, incluida la Tercera Guerra Mundial.[11] Por otro lado, es también el lugar de la unidad del género humano, expresada constantemente en las declaraciones de aquellos que viajan al espacio y refieren, ante la vista de la Tierra, un mundo sin fronteras que incita a la paz mundial. Desde las palabras de Armstrong al abandonar la Luna en 1969, “vinimos en paz para toda la humanidad”, hasta las declaraciones cincuenta años después de uno de los viajeros de la primera misión comercial: “Creo que todos los astronautas sentimos lo mismo. Al recorrer la Tierra no se ven las líneas y los límites de los mapas. Se ve la Tierra como una unidad y es nuestro hogar”.[12] Resulta irónico que a Sergei Krikaliov, el último cosmonauta soviético, se le ocultara el proceso de disolución y reconfiguración de las fronteras de la ex Unión Soviética mientras orbitaba la Tierra en la estación espacial mir.[13] En resumen: la contradicción que supone construir un mundo mejor para la humanidad en donde no caben todos, expone las posibilidades de analizar las utopías políticas sobre la colonización espacial.

Antropología y relatos utópicos

El estudio de las utopías políticas consiste en profundizar en el significado de sus relaciones con la dimensión política de la cultura. Integrando política y cultura en un solo relato, se muestra como un objeto que concentra, según Geertz, una densa red de significados interpretables contenidos en una estructura compleja[14] —en este caso la estructura política— y por otro lado, de acuerdo con Schmitt, la naturaleza específica de lo político: conjunto de antagonismos sociales de tal naturaleza que producen separaciones colectivas que agrupan actores en amigos y enemigos.[15] Esquemáticamente, estos relatos presentan la visión de un grupo cuyos valores tienen, como se dijo arriba, antagonismos inerradicables frente a los de otro grupo, y proponen construir una nueva sociedad que elimine esas contradicciones. En el caso que nos ocupa, la emigración espacial, imaginan “dejar” en la Tierra los antagonismos que rechazan, pero esa nueva sociedad ya no se fundará aquí, sino que justo aprovechan la aparición de un destino sin colonizar, una tierra virgen, en donde los antagonismos sociales no lleguen o se reduzcan al máximo.

En general, las utopías políticas son el relato de la insatisfacción con las situaciones pasadas y presentes, que busca mejoras en el futuro con un cambio cualitativo frente a los programas políticos: que plantean una solución definitiva, es decir, la eliminación irreversible de las contradicciones. Esta última circunstancia y la relación de convivencia simultánea entre pasado, presente y futuro, hacen a las utopías un punto de convergencia con el mito. Asevera Lévi-Strauss que el sentido del mito es aportar un marco lógico para solventar una contradicción.[16] Es evidente que las utopías políticas, en su expectativa de eliminar antagonismos sociales mediante el ejercicio de poder, ajustan con este planteamiento. No sólo eso, sino que abordando el tema de las ideologías políticas, afirma:

El valor intrínseco atribuido al mito proviene de que estos acontecimientos, que se suponen ocurridos en un momento del tiempo, forman también una estructura permanente. Ella se refiere simultáneamente al pasado, al presente y al futuro. Una comparación ayudará a precisar esta ambigüedad fundamental. Nada se asemeja más al pensamiento mítico que la ideología política. Tal vez ésta no ha hecho más que remplazar a aquél en nuestras sociedades contemporáneas. Ahora bien, ¿qué hace el historiador cuando evoca la Revolución francesa? Se refiere a una sucesión de acontecimientos pasados, cuyas lejanas consecuencias se hacen sentir sin duda todavía a través de una serie, no reversible, de acontecimientos intermediarios. Pero para el hombre político y para quienes lo escuchan, la Revolución francesa es una realidad de otro orden; secuencia de acontecimientos pasados, pero también esquema dotado de una eficacia permanente que permite interpretar la estructura social de la Francia actual y los antagonismos que ahí se manifiestan y entrever los lineamientos de la evolución futura.[17]

Las utopías políticas, sin estar ancladas en un pasado remoto, contienen los dos criterios que refiere Lévi-Strauss para el mito: tratan de resolver una contradicción insoluble, originada en los antagonismos sociales; y son un relato ideológico que contienen relaciones simultáneas entre el pasado, el presente y el futuro. Desde luego que la utopía no es un calco del mito, pero hay líneas de convergencia entre ambas entidades principalmente con la dimensión ideológica mencionada. A este respecto vale la pena señalar que Ricoeur tambien planteó la dificultad de discernir entre utopía e ideología, pues los juicios valorativos sobre un despliegue político, siempre están sesgados por la posición del que emite la opinión, es decir, su ubicación dentro de un grupo dominante o subalterno, de tal manera que la opinión corre el riesgo de ser “ideológica”. Para salir de este ciclo, Ricoeur propone construir una utopía y realizado esto, juzgar las ideologías desde ahí.[18] Sin embargo desde esa perspectiva, los términos parecen fundirse, pues un criterio semejante considerado desde una posición antagónica produce el mismo resultado, es decir la utopía es la del observador y la ideología es la del observado, llegándose a un callejón sin salida. Como se citó arriba, las utopías políticas son relatos que buscan eliminar antagonismos sociales mediante el ejercicio de poder y de ahí se propone definir a la ideología, llanamente, como “una utopía en marcha”,[19] es decir, un conjunto de ideas utópicas que se están aplicando efectivamente, a través del ejercicio de poder.

Por todo lo anterior es que la antropología encuentra profundamente interesantes los relatos que plantean una nueva y mejor organización social en las colonias espaciales. Frente a un pasado sostenido de habitación planetaria y una desdeñable gestión de los asuntos de la humanidad, ven en el presente condiciones ideales para reformar la situación, pero necesariamente, según esos relatos, ya no es posible conseguir mejoras en la Tierra, por lo que se impone emigrar al eut y fundar desde cero, una mejor sociedad que corrija las fallas y diluya los antagonismos terrenales anclados a nuestro planeta.

Resulta peculiar que las utopías se posicionen de manera inversa frente al proceso social, que consiste en la ocurrencia de hechos reseñables y su posterior cristalización en memoria histórica o mitológica, que puede evocarse innumerables veces. En la utopía, el fenómeno es contrario según la perspectiva de Moore, porque se presenta un relato de hechos por ocurrir fundamentado en la experiencia de lo ocurrido.[20] Ambas dinámicas enlazan pasado, presente y futuro, pero diferenciándose los dos tipos de relatos por comenzar en extremos opuestos, uno en lo ocurrido y el otro en lo que debe ocurrir, es decir, son para Moore modelos inversos de sociedad. Los relatos utópicos, si se está de acuerdo con Wallace, son movimientos de revitalización: “un esfuerzo consciente, organizado y deliberado de los miembros de una sociedad, para construir una cultura más satisfactoria”[21] frente a la insatisfacción con el presente. Para Wallace, la utopía representa únicamente la transformación de lo viejo hacia un estadio jamás visto, algo nuevo, mientras que el revival (recuperación), es la búsqueda de implantar en el futuro, modelos exitosos del pasado.[22] Las utopías políticas coinciden con este planteamiento, en el sentido de buscar no sólo una nueva reconfiguración de los antagonismos sociales o su desaparición, sino construir una nueva estructura simbólica que aporte viabilidad y permanencia al proyecto político, llanamente, una transformación de la dimensión política de la cultura. Ante los problemas del planeta, la búsqueda de un nuevo comienzo en las colonias espaciales bosqueja no sólo una probable reconfiguración del orden político, sino un replanteamiento del modelo civilizatorio que se supone agotado y por tanto, ven en la vida espacial un horizonte de renovación; una revitalización de la cultura humana para el desarrollo futuro de todos los órdenes: político, económico, ecológico, etcétera. Esta expectativa tan colosal, diríase desmesurada, puede alcanzar niveles de convencimiento de tal magnitud que la confianza en su ocurrencia se transforme en fe y el carácter de relevancia del proyecto mute de prioritario a sagrado. Ésta es la tesis de Laplantine (1977), quien asegura que la inconformidad con el orden presente —y, por tanto, la esperanza de una regeneración del orden cósmico, en convergencia con Wallace—, ocurre mediante tres formas básicas: posesión, mesianismo y utopía.[23] Esas formas se presentan como canales para alcanzar los sueños de una transformación social contundente y por ello exhiben de manera importante un carácter religioso y sagrado. Gallego confluye con esta idea, al aseverar que las ideologías seculares posteriores a la Revolución francesa impulsaron la transformación de la política como el núcleo sagrado de estas nuevas religiones.[24]

La dimensión cultural de las expectativas políticas y la estructura simbólica de las relaciones de poder que imaginan son las condiciones que definen los núcleos de interés para un estudio antropológico de las esperanzas de reinvención de la vida social en el eut. Las pequeñas muestras que se van a presentar a continuación, y que representan un nuevo orden político-simbólico, se contrastarán con las posiciones “realistas”, aquellas que ven el poblamiento espacial como la extensión de las relaciones económicas, políticas y jurídicas de la Tierra en el eut. Aparecen así visiones contrapuestas: la de los antagonismos persistentes frente a la dilución de las contradicciones; la del eut como un nuevo lugar de las relaciones sociales de siempre frente al eut como el lugar de la reinvención de lo social; la de lo político como un ámbito cotidiano de lucha frente al anhelo de su disminución o dilución; en fin, la lógica del programa político frente al de la utopía política.

Sueños y despertares de la colonización espacial

Es sorprendente el entusiasmo que muestran los actores involucrados en la exploración espacial, agentes económicos cuyos esfuerzos no están subordinados a las lógicas estatales y conjuntan una mezcla de intereses financieros, colonización extraterrestre y utopías espaciales.[25] El núcleo central de tal explosión es una retroalimentación entre el descendente precio del kilogramo en órbita, el incremento en la inversión monetaria y la participación de agentes expertos. Tal proceso ha llevado el precio por kilogramo de carga colocado en la órbita baja de la Tierra (leo, por sus siglas en inglés)[26] de 100 000 dólares en los años 60-70, a 18 500 dólares entre 1970-2010, cayendo dramáticamente a partir de 2010 a 2 700 con el Falcon 9 y hasta los 1 400 del Falcon Heavy, ambos cohetes de la compañía privada SpaceX.[27] Este grupo de capitalistas, que Valentine llama NewSpacers, buscan capitalizar inversiones a corto o mediano plazo, pero también anhelan la posibilidad de establecer(se) en una colonia espacial.[28] Tenemos así una mezcla de proyectos realistas con impulsos utópicos.

Según aseveró en 2016 Elon Musk en el Congreso Internacional de Astronáutica en Guadalajara, México, el horizonte real de colonización en Marte será de entre 40 y 100 años, los necesarios para llevar un millón de personas mediante unos 10 000 viajes y, simultáneamente, iniciar el proceso de calentamiento del planeta para producir una atmosfera que mejore las condiciones de vida.[29] Resulta insensato criticar con ligereza las previsiones de estos actores, pues como es evidente, su esfuerzo ha producido resultados espectaculares y en algunos años veremos en Marte hombres y mujeres dando pequeños pasos, y a la humanidad, otro gran salto; sin embargo, la paradoja es de nuevo evidente. Hace cincuenta años que no se regresa a la Luna. De las primeras misiones a Marte a la real presencia de colonias estables podrían pasar cientos de años, lapso necesario también para practicar antropología espacial real cuando, como vaticina Musk, habiten en las colonias millones de personas.

La pregunta central es: ¿Dónde termina el programa y empieza la utopía? Lo primero que hay que discriminar, como se planteó al inicio, es una diferencia entre el programa tecnológico y el social. El astrocapitalismo es un fenómeno reciente que oscila entre la rentabilidad de corto y largo plazo. Su condicionante es que la inversión en tecnología produzca mecanismos de “salida” de la inversión y se puedan cosechar las ganancias.[30] La creación de medios técnicos necesarios para llegar a Marte y colonizarlo de manera autosustentable, deberá estar atada a su rentabilidad terráquea antes que a su viabilidad marciana. Esa certidumbre económica contrasta con el anhelo más alto de los NewSpacers, pues para ellos: “el éxito futuro lo marcará el momento en que los humanos no tengan que volver a la Tierra”.[31] Expectativa de naturaleza utópica al no existir un programa concreto para tal futuro, el cual no será disfrutado por los inversionistas de hoy.

Con todo lo anterior, podemos concluir que una cosa es el avance por el diseño y producción de dispositivos tecnológicos necesarios, lo que Tutton llama “tecno-optimismo”,[32] y otra cosa muy diferente alcanzar la implantación de “dispositivos” sociales que se supone imperarán en las colonias espaciales. Lo tangible de los medios de viaje contrasta con lo evanescente del objetivo final. La utopía llena el hueco al ser un mecanismo social que le da sentido último a tareas que en la actualidad, sólo representan fases del objetivo final: la transformación de la humanidad en una especie multiplanetaria; sin embargo, esta lejana idea tiene en el presente y en la Tierra significados concretos, es decir, que el relato sobre la organización social en las colonias expone diagnósticos sobre la percepción de los problemas contemporáneos y su probable solución. El pretexto es desde luego la posibilidad de trasplantar comunidades a un sitio inhabitado, lo que supone, producirá de manera mecánica una sociedad sin los problemas diagnosticados.

Desde un punto de vista histórico, este expediente luce cercano a las esperanzas aparecidas en la emigración europea a América en el siglo xvi y xvii, que sin embargo, resultaron en la extensión inicial de los órdenes metropolitanos en las colonias, y sólo tras 150 años—para Estados Unidos— y 300 años —para América Latina— ocurrieron las independencias del Imperio. Sería cándido imaginar la repetición de este proceso en las colonias marcianas, tanto como suponer factible la refundación desde cero. Una propuesta interesante sostiene que si bien los humanos emigraremos con todo nuestro cargamento de relaciones sociales y culturales, los antropólogos debemos desafiar los límites de nuestros métodos y teorías, confrontando su factibilidad para el eut.[33] A partir de la consideración anterior, aseveran que: “Las lagunas en el conocimiento que surgen de estos ámbitos de investigación —y en las teorías y preguntas que empleamos para producir conocimiento—, apuntan a un espacio que se resiste a una simple reducción a las analogías terrestres, aunque debemos reconocer su poder analógico”.[34] Lo anterior nos lleva a sostener que la emigración a Marte no podría ser un calco de la colonización de América, es decir, la ineludible generación de tensiones entre los colonos y las metrópolis terráqueas, que derivaría en la ruptura por las tensiones de la lejanía, produciendo la independencia y la creación de nuevos Estados-Nación espaciales. No obstante, la Historia sí muestra que la existencia de conflictos no resueltos entre comunidades políticas interdependientes tiene en la ruptura una solución regular a lo largo del tiempo; así lo atestigua la historia política humana. Más aún: en aquella época, para los observadores europeos pasivos, la colonización del Nuevo Mundo y las expectativas de una infinitud de recursos para su explotación o la posibilidad de fundar mejores sociedades se les presentaban únicamente como relatos o imágenes insólitas en libros de aventuras. De manera semejante, las utopías de refundación espacial resultan lejanas y fuera del ámbito de posibilidad de las sociedades menos desarrolladas, como es el caso de Latinoamérica o de los estratos marginales de las sociedades centrales.[35]

En este punto es necesario exponer algunos ejes de las utopías políticas sobre la colonización espacial y de las fuerzas reales que se les oponen. Dado el liderazgo que tiene Elon Musk en el campo de la astronáutica, y que su prioridad es la fundación de una colonia en Marte, se utilizarán parte de sus visiones sobre el futuro marciano que conforman una clara utopía política.[36] La declaración que origina el análisis aparece en 2020 en la publicación de un usuario de Twitter, @WholeMarsBlog, de una sección de las condiciones de servicio de la plataforma Starlink, compañía subsidiaria de SpaceX, que tiene por objetivo brindar comunicación satelital de internet en toda la Tierra, pero también en Marte o en el tránsito hacia ese planeta. Bajo el comentario de “Sólo @elonmusk escribiría esta mierda. De los términos de servicio de Starlink. Ya está estableciendo el marco legal para la colonia de Marte...”.[37] El párrafo adjuntado del contrato reseña lo siguiente:

 

Para los Servicios prestados en, o en órbita alrededor del planeta Tierra o la Luna, estos Términos y cualquier disputa entre nosotros que surja de o esté relacionada con estos Términos, incluyendo las disputas relativas a la arbitrabilidad (“Disputas”) se regirán e interpretarán de acuerdo con las leyes del Estado de California en los Estados Unidos. En el caso de los Servicios prestados en Marte, o en tránsito hacia Marte a través de Starship u otra nave espacial de colonización, las partes reconocen que Marte es un planeta libre y que ningún gobierno terrestre tiene autoridad o soberanía sobre las actividades marcianas. En consecuencia, los Conflictos se resolverán mediante principios de autogobierno, establecidos de buena fe, en el momento de la colonización marciana.[38]

La publicación generó un impacto inusitado. Numerosos sitios web de todo el mundo reseñaron que Musk había declarado Marte como un planeta libre. ¿Cuál es la relevancia de la declaración? De inicio, que conforma la base de una utopía política al definir que todos aquellos que se embarquen a Marte en su nave Starship o cualquiera otra de su compañía, así como quienes utilicen los servicios de internet o cualquiera otro de Starlink, “deberán” reconocer a Marte como un planeta libre donde los Estados terráqueos no tendrán ninguna influencia. Inclusive extiende el supuesto a otros agentes no usuarios de Starlink, pues todo el planeta será libre. El antagonismo que rechaza la utopía —mediante la firma del contrato— es uno de largo tratamiento en la teoría política: “la relación política fundamental, gobernantes-gobernados, o soberano–súbdito, o Estado-ciudadanos” (Bobbio, 1989; 82).[39] Este antagonismo, que funda en su sentido más puro el origen del Estado, es el que define y estructura a la totalidad de las sociedades complejas y contemporáneas. La complejidad de los asuntos humanos ha sido posible, y necesita, de la existencia de un órgano que centralice la coordinación social. Este núcleo utópico es impuesto no sólo a quienes —como se dijo arriba— lo aceptan de manera consensuada, sino que será un escenario político extensivo a todo el planeta, cumpliendo así el requisito que definen las utopías políticas, como la promesa de una sociedad sin determinados antagonismos que se eliminan mediante el ejercicio de poder, para este caso, el rechazo a las formas estatales vigentes en la Tierra.

Otro argumento es la motivación para el viaje. Además del espíritu de aventura y la transformación de la humanidad como especie multiplanetaria, está el tema de la huida del planeta, pues como se refirió, a Musk y a los NewSpacers les preocupa que las catástrofes internas o externas acaben con la civilización o con la especie aquí en la Tierra.[40] Un ejecutivo espacial declaró: “Creo que no hay duda de que somos más vulnerables a la destrucción como especie, a la extinción, si no nos expandimos a otros planetas, al menos en nuestro sistema solar y ojalá, a otros sistemas solares”.[41] Con excepción del meteorito terminal, cuya constante difusión en medios exhibe la atracción que genera la idea del desastre, las demás calamidades son endógenas. De todas ellas, el relato de una guerra nuclear total es el que más preocupa a Musk; entrevistado en 2018 comentó: “No se sabe, pero es probable que ocurra otra Edad Media [...] no estoy prediciendo que vayamos a entrar en una edad oscura, pero hay alguna probabilidad de que lo hagamos, particularmente si hay una Tercera Guerra Mundial”.[42] Más adelante se verá lo que los realistas piensan sobre el tema, pero en términos utópicos es muy claro: hay antagonismos que surgen entre comunidades políticas y derivan en la guerra; viajando al eut, nos alejamos de sus efectos, de la posibilidad que ocurra “allá”, pero además, que las causas que la originan no sucederán en Marte. Lo anterior se sigue del razonamiento de que Marte estará libre de los gobiernos mundiales y por ende, de sus antagonismos. Peculiarmente, el aislamiento de los efectos terráqueos llegaría hasta la inteligencia artificial (ia), pues según Musk, la competencia entre las naciones por la superioridad en la ia aparece como la causa más probable de la Tercera Guerra Mundial.[43] No explica porque una “inteligencia” artificial excluiría de su estrategia las colonias marcianas, evidenciando con ello —irónicamente— su falta de inteligencia. La explicación reside de nuevo en la lógica interna de la utopía, cuya naturaleza aísla, por norma, los antagonismos.

Respecto de la clase de gobierno que imagina, un entrevistador le comenta que ésa es la pregunta número uno del público presente; Musk contesta:

Yo creo que la más probable forma de gobierno sería algo como una democracia directa donde votas sobre los temas en vez de hacerlo a través de un gobierno representativo. Cuando se fundaron los Estados Unidos, el gobierno representativo era la única forma logísticamente asequible, porque la gente no podía comunicarse de manera instantánea [...] entonces el gobierno debía ser representativo o las cosas no funcionarían del todo. Pero creo que lo más probable es que cada uno vote en cada tema”.[44]

El conocido dilema entre democracia representativa y deliberativa no merece reflexión en el entrevistado. Para Musk, el antagonismo entre ciudadanos y representantes resulta de un proceso lento de comunicación; es decir, la función representativa de los congresos emana de la falta de comunicación bidireccional instantánea y al alcance de todos; parece tener en mente el internet y el teléfono inteligente. Con tales herramientas, las tensiones existentes entre los representantes populares y la ciudadanía carecería de sentido porque en Marte, tal antagonismo desaparecerá al eliminarse por decreto la representación; lo que constituye una clara muestra de lo que arriba se refirió como tecno-optimismo. El gobierno representativo, claramente, no surge tan sólo por las dificultades comunicativas, sino que tiene otras razones, como reseña Offe al destacar la certeza de Max Weber, Robert Michels y Rosa Luxemburgo sobre el papel que tienen los partidos y la representación legislativa en la moderación de las demandas populares excesivas o equivocadas producto de las pasiones políticas coyunturales, lo que impide el desgaste institucional.[45] El problema central para la eliminación de la representatividad sería la existencia de temas técnicos en los que no todos pueden votar a despecho de producir decisiones erróneas. El dilema sería: ¿quién decide qué tan técnico es un tema y, por tanto, qué segmentos de la sociedad marciana no votarán? Para el relato utópico, esta contradicción no existe y cuando ocurra, se resolverá mediante el ejercicio de poder, donde una minoría experta decidirá cuándo sí y cuándo no los ciudadanos podrán votar, avanzando en los dilemas de las utopías políticas y llevando el relato al terreno ideológico, a causa de los problemas de la utopía “en marcha”.

Finalmente, Musk presenta sus opiniones sobre el tema legislativo: emisión, reforma y derogación de las leyes.

Habría algo que reconocer: mantener la ley breve; las leyes extensas son algo sospechosas [...] Debe haber un límite al tamaño de las leyes; deben ser factibles de digerir [...] En fin yo creo que: democracia directa [y] leyes comprensibles [...] tener un tipo de histéresis[46] sobre ello. Como que debería ser más fácil quitar una ley que crearla [...] Yo no quiero dar un número específico, tal vez 60/40. Así, necesitas 60 % para aprobar una ley pero 40 % para derogarla [...] tener una especie de cláusula donde automáticamente expiren a menos que haya un ímpetu para mantenerlas”.[47]

El dilema que expone es doble. Por un lado, rechaza los antagonismos entre el conocimiento experto y el conocimiento lego. Según Musk, las leyes son de tal complejidad que sólo son comprensibles para un pequeño núcleo de individuos, haciéndolas sospechosas para las mayorías que no las entienden. Este rechazo a priori evidencia el pensamiento utópico, porque no acepta que la complejidad de las leyes deriva de la necesidad de sancionar de la manera más ajustada, los balances normativos entre las necesidades sociales y los factores reales de poder, porque de otro modo la ley se vuelve, como dijo Lasalle, “una hoja de papel”.[48] La ilusión de Musk es que se pueden describir de manera simple las relaciones normativas de una sociedad compleja, independientemente de la variedad de casos particulares y excepcionales. Esta ambigüedad deseada, resultaría en múltiples demandas legales ante la incertidumbre jurídica, derivando en un poder desmedido de los jueces para sentenciar caso por caso la ley ambigua. Tal poder de los jueces remacharía la idea de que la instrumentación de la utopía política ocurre mediante el ejercicio de poder y empuja el relato al ámbito ideológico, para justificar el ejercicio de poder como necesario para alcanzar las promesas utópicas.

Por otro lado, está el absurdo régimen de la soberanía de las minorías sobre las mayorías, derivado de que, según Musk, para evitar el pesado cuerpo legal, la citada histéresis sería un proceso tendiente a mantener leyes pequeñas al decretar su caducidad. Si no se junta una mayoría que reclame su vigencia, los artículos de determinada ley se derogarían automáticamente. Ello supone que las conductas lícitas que los individuos adoptan frente a determinada ley tendrían que acotarse a la fecha de caducidad, reduciendo la certidumbre de cualquier proceso. Y para las conductas ilícitas, una especie de retroactividad inversa o más bien “nula-actividad”, es decir, que las conductas punibles —los delitos—, dejarían de serlo automáticamente al caducar dicha ley. El caos resultante es innegable: premia las conductas ilícitas y castiga la observancia de la ley. Más aún: premia la soberanía de las minorías sobre las mayorías, porque el proceso de una ley consiste en votarse por mayoría, pero derogarse por minoría (60/40, según su ejemplo). El proceso legislativo aparece incoherente: lograda una mayoría para aprobar una ley, los opositores no votan para evitarla; esperan su publicación e inmediatamente proceden a derogarla. Tal visión resulta profundamente absurda y cae en las formas de gobierno corruptas enunciadas por Polibio ya en la antigua Grecia, pues imaginando Musk una forma pura no antagónica, la democracia —gobierno del pueblo y por el pueblo— impulsa formas corruptas y antagónicas, la oligarquía —gobierno de las minorías sobre las mayorías— o la oclocracia —gobierno que desprecia la ley—.[49]

Como se desprende de toda la postura, el deseo de una sociedad que elimine los antagonismos perniciosos del planeta Tierra encuentra en Marte el territorio de la utopía política de Musk; sin embargo, la transición entre la utopía pura por consenso, sin ejercicio de poder y sin programa concreto, engendra ya en su utopía política problemas insalvables, porque el programa político derivado del relato requiere ejercer el poder para eliminar unos antagonismos, derivando en justificaciones ideológicas por los nuevos vicios y antagonismos creados.

Resultaría simplista determinar una estructura política definida en las ideas expresadas por Musk de manera informal; sin embargo, si se puede detectar una convergencia hacia ideas políticas concretas. En este caso, su cercanía con el espíritu contemporáneo del populismo. Esquemáticamente, el populismo se distingue por escuchar de manera cercana y complaciente el eco de los sueños populares y por buscar abolir la barrera que separa a los de abajo o los gobernados, con los de arriba o los gobernantes;[50] también por ser una estrategia centrada en un liderazgo carismático sostenido por conexiones no institucionales entre el líder y la masa;[51] finalmente, porque al buscar la soberanía popular se muestra reticente al orden constitucional, en la medida en que los controles institucionales y los procedimientos formales de los ordenamientos constitucionales impiden la realización de la voluntad popular, es decir, un régimen denominado “iliberal”, donde el gobierno puede implementar las preferencias populares según se vayan presentando, sin las trabas institucionales y jurídicas de las democracias liberales.[52] De lo expuesto, hay evidentes convergencias entre lo declarado por Musk y las ideas populistas. En particular destaca: el rechazo a los gobiernos centrales y tradicionales de la Tierra; el rechazo a las mediaciones entre la voluntad popular y la legislación al proponer la eliminación de los órganos representativos, sustituyéndolos por la democracia directa y la facultad legislativa para todos los ciudadanos de Marte, y finalmente, el desdén por el edificio legal y los controles constitucionales al postular el deseo de leyes breves que caduquen si no se reafirma su vigencia constantemente. Incluso, se atisban influencias del libertarismo tan extendido en los Estados Unidos y cuyos orígenes se encuentran en el pensamiento de Henry Thoreau, cuya sentencia: “El mejor gobierno es el que menos gobierna”,[53] resuena en la utopía de Musk. De hecho, tanto Tutton[54] como Klaffke[55] reconocen la incorporación de las ideas libertarias dentro de las utopías californianas de Silicon Valley. De alguna manera, Elon Musk es un representante destacado de algo que se podría denominar “astropopulismo”, que encerraría las esperanzas de instrumentar un verdadero régimen popular para la sociedad, pero no siendo posible instrumentarlo en la Tierra por las trabas y controles hegemónicos, la alternativa es buscar una solución “fuera de este planeta”.

Como contrapunto al relato utópico, hay que mencionar brevemente el panorama político real en el que operan los programas espaciales nacionales y que enmarcan y constriñen las expectativas de los NewSpacers. Como consecuencia de las incursiones al espacio que iniciaron en 1957 con el lanzamiento del Sputnik, se firmó en 1967 el “Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes”. La totalidad de los países que desarrollan actividades espaciales han firmado su adhesión al instrumento en las distintas modalidades existentes. El enunciado principal es el artículo 2: “El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”.[56] Es el corazón del compromiso internacional. Obliga en términos jurídicos a la cooperación internacional, a la equidad en el acceso y al imperio de la paz en las misiones que lo utilicen. El artículo 6 dispone como complemento, que los Estados parte serán responsables internacionalmente de las actividades nacionales que realicen en el eut los organismos nacionales o las entidades no gubernamentales.[57] Con ello, se entiende que la responsabilidad de un Estado queda normada por su legislación nacional. Así, el marco legal impide la instrumentación de las expectativas utópicas de Musk, pues sus actividades quedan restringidas tanto en términos de su ciudadanía estadounidense, como frente al conjunto de las naciones del mundo, que desconocerán su declaración de Marte como un planeta libre de la soberanía terrestre.

La dimensión jurídica internacional convive con el expediente político en el que se mueven las potencias y las expectativas “independentistas” de Musk. En este ámbito, los Estados dominantes buscan instaurar su hegemonía o controlar la de sus antagonistas. Esto ha sido un proceso largo, porque de inicio la carrera espacial era puramente estatal-militar, tornándose también económica-privada a partir de 2004, con el despegue de la SpaceShipOne, primera misión con capital privado.[58] En la actualidad, se busca encontrar un balance entre la hegemonía militar y de seguridad espacial, con las certezas en el acceso a la explotación comercial del eut. Respecto de la hegemonía militar, destaca la postura de Dolman, quien al imaginar para Estados Unidos un escenario parecido al que describe Tucídides sobre la inevitabilidad de la guerra entre Esparta y Atenas, plantea que es inevitable el choque con China y, por tanto, Estados Unidos debe tratar de instaurar su hegemonía para, como dice Dolman, dominar la Tierra a través del dominio competitivo del espacio.[59] Como se ve, la ventana de oportunidad para la instauración de colonias independientes de los gobiernos terrestres está entrampada con fuerzas colosales y resulta muy aventurado imaginar una soberanía marciana independiente de las potencias mundiales, que sobrevenga con la sencillez que plantea Musk.

En la segunda fase de la conquista del espacio, la económica, es donde se aprecia una búsqueda por mayor flexibilidad. En el Tratado de 1967, que corresponde a la etapa estatal-militar, hubo un gran consenso respecto de la imposibilidad de declarar soberanías en el eut y los cuerpos que contiene; correspondió a una época de exploración y, por tanto, las potencias consideraron adecuado evitar las soberanías nacionales, sobre todo en la Luna. Avanzando hacia la segunda época, en 1979 se firmó el “Acuerdo que debe regir las actividades de los Estados en la Luna y otros cuerpos celestes”.[60] Este documento está firmado a la fecha únicamente por once países y ratificado sólo por 7; ninguno pertenece a las potencias espaciales.[61] La reticencia es obvia, el “Acuerdo” expresa en su artículo 11 que: “La Luna y sus recursos naturales son patrimonio común de la humanidad”[62] y que se establecerá un régimen internacional para la explotación de dichos recursos donde habrá “Una participación equitativa de todos los Estados partes en los beneficios obtenidos de esos recursos, teniéndose especialmente en cuenta los intereses y necesidades de los países en desarrollo”.[63] Esto significa que las enormes inversiones, necesarias para explotar los recursos de la Luna y los demás cuerpos del eut, no podrán ser capitalizadas al 100 % porque deberán ser compartidas con los demás signatarios del acuerdo. Una potencia espacial signataria tendría que compartir ganancias de manera equitativa con todos los firmantes, lo que generaría el fenómeno conocido como gorrón: países que sin ninguna contribución, cosecharán ganancias por sólo firmar; por tanto, las potencias carecen de incentivos para adherirse al documento; por tanto, en términos lasalleanos es “una hoja de papel”. En consonancia con lo expuesto aquí, el “Acuerdo” tiene pretensiones utópicas porque supone que con la firma de las naciones de la Tierra se terminarán los antagonismos económicos espaciales.

La realidad es más dura, los Estados han comenzado a legislar sobre el control de la explotación y los beneficios del eut. En 2015 el gobierno estadounidense publicó la “Ley de Competitividad de los Lanzamientos Espaciales Comerciales”, que reconoce que sus ciudadanos, cuando participan en la recuperación comercial de recursos espaciales, tendrán derecho a los beneficios derivados, sin que esto constituya una declaración de soberanía sobre ningún cuerpo celeste.[64] Un caso peculiar es de Luxemburgo, que en 2017 estableció una ley que reconoce que: “Los recursos espaciales factibles de ser poseer”,[65] consiguiendo con ello o a causa de ello, firmar un acuerdo de cooperación con la agencia espacial China.[66] Como se ve, hay una competencia económica que no reconoce soberanía sobre los recursos naturales espaciales, pero sí reconoce la imposibilidad de apropiarse un cuerpo celeste como tal.

Estas legislaciones embonan con las expectativas de Musk de una explotación comercial libre para aquellos que tengan los recursos necesarios, pero son contrarias a su utopía de libertad en el planeta Marte. Perfilan, de hecho, las bases de una extensión del astrocapitalismo al eut, arrastrando más allá de la Tierra sus estructuras de desigualdad y los controles estatales que lo constriñen.[67] Como se puso en evidencia, las aspiraciones por instaurar una utopía política en Marte tienen a la fecha una serie de controles jurídicos, políticos e institucionales, que definen la factible extensión de los antagonismos terrestres a las colonias espaciales. El análisis antropológico del proceso de construcción de los relatos sobre una mejor sociedad arroja información valiosa sobre la dimensión cultural de la satisfacción o insatisfacción con las instituciones que definen el orden político vigente y permite aventurar sobre las posibles reformas que sobrevendrán aquí en la Tierra, aun cuando las colonias marcianas todavía no existan.

Esta puesta en marcha del orden político vigente con relación al futuro utópico es revelador en el caso de la realidad latinoamericana o de otros países de la periferia. Si bien el impulso cultural de participar en la conquista del espacio genera imaginarios útiles para ubicar la incorporación de expertos de nuestros países en el esfuerzo global, la marginación que padecen es doble en los términos de lo que aquí se trató. Por un lado, las utopías sobre el orden sociopolítico de las colonias marcianas se están gestando en los países o empresas del primer mundo en función de que son ellos quienes llevan la delantera, imaginando ya desde ahora las reglas que imperarán en ese idílico destino. Por otro lado, con relación a los instrumentos internacionales, las asimetrías existentes en el orden internacional privilegian a los países que llevan la delantera en la carrera espacial, con el acceso comercial y estratégico al espacio. Entre las asimetrías que la utopía política de Elon Musk desea desaparecer no se encuentra la desigualdad norte-sur, por lo que la veta liberal e individualista de su utopía revela, como se ha planteado, los olvidos y ausencias que siguen imperando en la realidad política global y que los relatos utópicos exponen por omisión.

Conclusión

Las utopías políticas son un tipo de relato que expone la insatisfacción con la realidad presente y la esperanza de construir una mejor sociedad. Para lograrlo, realizan un diagnóstico específico sobre los antagonismos sociales que impiden alcanzar esa nueva sociedad y construyen un modelo funcional que opere sin tales contradicciones. Para la antropología política, estos modelos exponen estructuras muy reveladoras de la relación entre cultura y política, porque evidencian los significados profundos de los antagonismos sociales y sus efectos sociales. En el caso de las futuras colonias del eut, los llamados NewSpacers —entre los que destaca Elon Musk— abordan la industria espacial no sólo como un medio para obtener ganancias, sino como una posibilidad de refundación social. Como se evidenció, en el caso de Musk esta refundación acomete algunos de los antagonismos más disputados en las sociedades contemporáneas, a saber: centro-periferia; metrópolis-colonias; Estado-ciudadanos; guerra-paz; representantes-representados; expertos-legos; y mayoría-minoría. Es evidente que son de los más notables y en la arena política se disputa constantemente en torno a sus correlaciones de poder o su desaparición, haciendo notar en el relato la insólita ausencia del antagonismo norte-sur que, por ende, impulsa en los hechos su permanencia en el futuro espacial. Al margen del momento en el cual se pueda desarrollar investigación antropológica en el eut que genere una “antropología del espacio” efectiva y cuyo horizonte real está no pocas décadas adelante, desde la antropología política se puede dar seguimiento continuo a las utopías políticas que se vislumbran en las colonias espaciales. La serie de resultados a lo largo del tiempo producirá dos resultados relevantes. Por un lado, a corto plazo se podrá diagnosticar la dimensión política de la cultura contemporánea, exhibiendo las tensiones sociales más relevantes y sus posibles remedios. Por otro lado, a mediano o largo plazo, se comprenderá la función social de la utopía como acicate de una mejor sociedad y sus límites o efectos perversos, producto de las expectativas desmesuradas.

 


[1] Derek Richardson, “Elon Musk shows off interplanetary transport system”, Spacefilght Insider, 27 de septiembre de 2016, acceso el 3 de junio de 2022, https://www.spaceflightinsider.com/organizations/space-exploration-technologies/elon-musk-shows-off-interplanetary-transport-system/; Richard Tutton, “Sociotechnical imaginaries and techo-optimism: Examining outer space utopias of Silicon Valley”, Science as Culture, vol. 30, núm. 3 (2016): 416-439.
[2] De hecho, el impacto del proyecto utópico de una sola persona, Tomas Moro, resultó en la institución del propio género en reflexión. Desde luego que la visión utópica de Elon Musk, tan reciente en el tiempo, no alcanza en lo absoluto para equipararla en impacto histórico al sueño de Moro; sin embargo, si se consulta el número de seguidores en Twitter o YouTube y la reproducción y menciones inmediatas y reflexivas, sobre sus opiniones o los sucesos relacionados con su compañía espacial, SpaceX, rebasan con mucho el nivel incidental y exponen un fenómeno culturalmente relevante con relación a los proyectos humanos de poblamiento espacial. Por tanto, sus opiniones o sentencias sobre cómo deberá ser la organización social de las colonias espaciales trasciende el accidente individual y constituye un tema de interés contemporáneo respecto de las utopías de poblamiento espacial.
[3] “An Ethnography of an Extra-terrestrial Society: the International Space Station”, ucl Anthropology, acceso el 16 de mayo de 2023, https://www.ucl.ac.uk/anthropology/research/ethno-iss.
[4] Aries Project, acceso el 16 de mayo de 2023, https://aries-project.com/.
[5] Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia (Buenos Aires: fce, 2004), 17.
[6] Lewis Mumford, Historia de las utopías, 2a. ed. (Logroño: Pepitas de Calabaza, 2015), 36.
[7] Desde el siglo xix son notables estos esfuerzos, entre los que destacan las experiencias impulsadas por Robert Owen en las comunidades de Harmony y New Harmony, los falansterios de Charles Fourier o la explosión mundial de las comunas, derivadas del movimiento hippie en los años 60-70 del siglo xx.
[8] Alfonso Barquín, “Reflexiones antropológicas sobre la implementación política de los proyectos utópicos”, Antrópica, vol. 6, núm., 12, (2020): 97, acceso el 8 de septiembre de 2022, https://antropica.com.mx/ojs2/index.php/AntropicaRCSH/article/view/240.
[9] Karl Marx, Contribución a la crítica de la economía política, 2a. ed., (Barcelona: Alberto Corazón Editor, 1976).
[10] Andrew Russell y Lee Vinsel, “Whitey on Mars”, Aeon, 1 de febrero de 2017, acceso el 2 de septiembre de 2022, https://aeon.co/essays/is-a-mission-to-mars-morally-defensible-given-todays-real-needs.
[11] Elon Musk, “Elon Musk-artificial intelligence, neuralink & new forms of government on Mars”, The Artificial Intelligence Channel [YouTube], 11 de marzo de 2018, 7’20’’-8’30’’, acceso el 3 de junio de 2022, https://www.youtube.com/watch?v=6tBZA2rygcM.
[12] Elizabeth Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin, dirs., Regreso al espacio, documental, 2022, 1:34’30’’, Netflix, acceso el 3 de junio de 2022, https://www.netflix.com/mx/.
[13] Carlos Serrano, “El ‘último ciudadano soviético’: Sergei Krikalev, el cosmonauta abandonado en el espacio mientras la Unión Soviética colapsaba”, bbc News Mundo, 25 de diciembre de 2021, acceso el 16 de junio de 2022, https://www.bbc.com/mundo/noticias-59771544.
[14] Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (Barcelona: Gedisa, 2005).
[15] Carl Schmitt, El concepto de lo político (Madrid: Alianza, 1998).
[16] Claude Lévi-Strauss, Antropología estructural, 6a. ed., (Buenos Aires: Eudeba, 1976).
[17] Lévi-Strauss, Antropología estructural, 189. Las cursivas son mías.
[18] Paul Ricoeur, Ideología y utopía (Barcelona: Gedisa, 2008).
[19] Barquín, “Reflexiones...”, 97.
[20] H. L. Moore, “Visions of the good life: Anthropology and the study of Utopia”, Cambridge Anthropology, vol. 14, núm. 3 (1990).
[21] Anthony Wallace, “Revitalization movements”, American Anthropologist, vol. 58, núm. 2 (1956): 256.
[22] Wallace, “Revitalization...”, 275.
[23] Francoise Laplantine, Las voces de la imaginación colectiva. Mesianismo, posesión y utopía (Barcelona: Granica Editor, 1977).
[24] Francisco de Borja Gallego, “Religión secular y utopía política”, Derecho Público Iberoamericano, núm. 9, (2016): 121-148.
[25] Klaffke identifica este movimiento utópico-espacial como localizado principalmente en Silicon Valley, California, bajo las etiquetas de “Ideología californiana”, “ciber-libertarismo” y “singularitarismo”. Thomas Klaffke, “Technological utopianism in Silicon Valley”, Medium, 3 de septiembre de 2015, acceso el 31 de agosto de 2022, https://medium.com/@thomas_klaffke/technological-utopianism-in-silicon-valley-bd38a0e4c047.
[26] En esa órbita se ubica la mayoría de los satélites comerciales.
[27] Harry Jones, “The recent large reduction in space launch cost”, Procedings of the 48th Conference on Environmental Systems, ices-2018-252 (2018), 2-3, acceso el 29 de junio de 2022, https://ttu-ir.tdl.org/handle/2346/58495. La NASA calcula que el precio llegará a 20 dólares por kilogramo hacia 2040. “Advanced Space Transportation Program: Paving the Highway to Space”, nasa, acceso el 29 de junio de 2022, https://www.nasa.gov/centers/marshall/news/background/facts/astp.html.
[28] David Valentine, “Exit strategy: Profit, cosmology and the future of human in space”, Anthropological Quarterly, vol. 85, núm. 4 (2012) 1045-1067, acceso el 29 de junio de 2022, https://www.jstor.org/stable/41857289.
[29] Richardson, “Elon...”.
[30] Valentine, “Exit...”.
[31] Valentine, “Exit...”, 1058.
[32] Tutton, “Sociotechnical...”.
[33] Debbora Battaglia, David Valentine y Valerie Olson, “Relacional space: An earthly installation”, Cultural Anthropology, vol. 3, núm. 2 (2015): 245-256, acceso el 30 de junio de 2021, https://journal.culanth.org/index.php/ca/article/view/ca30.2.07/244.
[34] Battaglia, Valentine y Olson, “Relacional...”, 251. Las cursivas son mías.
[35] Russell y Vinsel, “Whitey...”, evocaron en el título de su artículo, la conocida composición de Gil Scott-Heron “Whitey on the Moon”, que relata las desventuras de un afroamericano, mientras “el blanquito está en la Luna”. Audio disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=goh2x_G0ct4 acceso el 12 de octubre de 2022.
[36] Contrastan las elaboradas expectativas sociales y políticas de Musk, con las manifestadas por Jeff Bezos, el otro empresario espacial más visible con su empresa Blue Origin, que simplemente se limita a imaginar que los humanos emigrarán, todos, al espacio en el futuro por venir. El argumento es muy escueto: como las sociedades son dañinas para la Tierra, la única solución para su conservación es despoblarla de humanos, que solamente vendrán a visitarla “de vacaciones”. Sobre el orden social o político, que permitiría la colosal empresa, el que imperará en las futuras colonias o los mecanismos de instauración, no existe ninguna reflexión, es decir, no constituye un proyecto utópico como tal; simplemente es la manifestación de una opinión sobre los posibles futuros, consecuencia del crecimiento de las industrias espaciales. Judit Castaño, “Jeff Bezos cree que en el futuro viviremos en el espacio y la Tierra será un ‘resort’ de vacaciones”, La Vanguardia, 17 de noviembre de 2021, acceso el 8 de octubre de 2022, https://www.lavanguardia.com/tecnologia/actualidad/20211117/7865453/ultimas-predicciones-jeff-bezos-viviremos-espacio-tierra-sera-resort-vacaciones-pmv.html.
[37] Whole Mars Catalog, publicación en Twitter, 27 de octubre de 2020, acceso el 16 de mayo de 2023, acceso el 30 de junio de 2022, https://twitter.com/WholeMarsBlog/status/1321264245674106880?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1321264245674106880%7Ctwgr%5E%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Ffuturism.com%2Fthe-byte%2Fstarlink-terms-of-service-demands-users-recognise-mars-free-planet.
[38] Las cursivas son mías. El documento completo está disponible en https://www.reddit.com/r/Starlink/comments/jjti2k/starlink_beta_terms_of_service/, acceso el 30 de junio de 2022.
[39] Norberto Bobbio, Estado, gobierno y sociedad (México; fce, 1989). Las cursivas son mías.
[40] Andersen relata que en una entrevista con Musk, a propósito de las futuras condiciones de la Tierra con relación al desarrollo de las colonias en Marte, el empresario respondió en broma, pero reveladoramente: “Fuck Earth! [...] Who cares about Earth?” [¡Al diablo la Tierra!; ¿A quién le importa la Tierra?]. Ross Andersen, “Exodus”, Aeon, 30 de septiembre de 2014, acceso el 3 de septiembre de 2022, https://aeon.co/essays/elon-musk-puts-his-case-for-a-multi-planet-civilisation.
[41] Valentine, “Exit...”, 1060.
[42] Musk, “Elon...”, 7’ 22”.
[43] Según un tweet publicado en septiembre de 2017. Elon Musk, publicación en Twitter, acceso el 16 de mayo de 2023, https://twitter.com/elonmusk/status/904638455761612800.
[44] Musk, “Elon...”, 20’ 10”. Las cursivas son mías.
[45] Clauss Offe, Partidos políticos y nuevos movimientos sociales (Madrid: Sistema, 1988), 62. Los efectos perversos y los mecanismos de manipulación que supone el modelo deliberativo están claramente expuestos en: Susan Strokes, “Patologías de la deliberación”, en La democracia deliberativa, coord. por Jon Elster (Barcelona, Gedisa, 2001).
[46] La histéresis es la característica por la que un material conserva alguna propiedad aun cuando hayan desaparecido las causas que la generaron. En Sociología, se entiende como el fenómeno de desfase entre el cambio histórico y las mentalidades o el sentido común, por resistencia de estos últimos a transformarse a pesar de que las circunstancias que les dieron origen han desaparecido. Véase Manuel Baeza, “Cambio histórico versus mentalidades: El fenómeno de histéresis a través de la llamada ‘Revolución tecnológica’”, risp. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, vol. 1, núm. 2 (1999): 81-92, acceso el 3 de julio de 2022, https://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=38020106; o Juan Martínez, Isidoro Arroyo y Francisco García, “La pertinencia del concepto de histéresis en las disciplinas humanistas”, arbor. Ciencia, Pensamiento y Cultura, vol. 148, núm. 788 (2018): 1-11, acceso el 3 de julio de 2022, https://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/view/2263.
[47] Musk, “Elon...”, 20’10”-23’20”.
[48] Ferdinand Lasalle, ¿Qué es una constitución?, 2a. ed. (México: Colofón, 2002).
[49] Norberto Bobbio, La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político, 2a. ed., (México: fce, 2001), 47.
[50] Guy Hermet, “El populismo como concepto”, Revista de Ciencia Política, vol. xxiii, núm. 1 (2003): 10, acceso el 4 de julio de 2022, http://ojs.uc.cl/index.php/rcp/article/view/7190.
[51] Kurt Weyland, “How populism dies: Political weaknesses of personalistic plebiscitarian leadership”, Political Science Quarterly, vol. 137, núm. 1 (2022): 10, acceso el 4 de julio de 2022, https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/polq.13277.
[52] William Galston, “The populist challenge to liberal democracy”, Journal of Democracy, vol. 29, núm. 2 (2018): 11, acceso el 4 de julio de 2022, https://www.brookings.edu/research/the-populist-challenge-to-liberal-democracy/.
[53] Henry Thoreau, Desobediencia civil (Barcelona: José J. de Olañeta Editor, 2002), 5.
[54] Tutton, “Sociotechnical...”.
[55] Klaffke, “Technological...”.
[56] Organización de las Naciones Unidas (onu), Tratados y principios de las Naciones Unidas sobre el espacio ultraterrestre (Nueva York, onu, 2002), 4, acceso el 4 de julio de 2022, http://www.unoosa.org/pdf/publications/STSPACE11S.pdf. Las cursivas son mías.
[57] onu, Tratados..., 5.
[58] Emili Blasco, “Espacio: nuevo dominio militar y económico”, Global Affairs Journal, núm. 2 (2020): 6, acceso el 4 de julio de 2021, https://vdocuments.net/introduccin-espacio-nuevo-dominio-militar-y-econmico-asegurada-con-resultados.html?page=1.
[59] Everett Dolman, “New frontiers, old realities”, Strategic Studies Quarterly, vol. 6, núm. 1 (2012), 78-96, acceso el 4 de julio de 2022, www.airuniversity.af.edu/Portals/10/SSQ/documents/Volume-06_Issue-1/dolman.pdf; Jonathan Havercroft y Raymond Duval, “Critical astropolitics. The geopolitics of space control and the transformation of state sovereignty”, en Natalie Bormann and Michael Sheenan (eds.), Securing Outer Space (Nueva York: Routledge, 2009), 42-58, acceso el 5 de junio de 2022, https://www.law.upenn.edu/live/files/7892-havercroft-and-duvallcritical-astropoliticspdf. La idea de comparar las tensiones contemporáneas entre China y Estados Unidos con una “trampa” factible de llevar a la guerra, con las existentes entre Atenas y Esparta según comentaba Tucídides, es una imagen que permea el medio académico estadounidense desde 1989. Véase Richard Hanania, “Graham Allison and the Thucydides Trap Myth”, Studies Quarterly, núm. 13 (2021): 13-24, acceso el 6 de julio de 2022, https://www.defensepriorities.org/opinion/editorials/2021-12-22-graham-allison-and-the-thucydides-trap-myth. El clímax de esta discusión lo constituye, en efecto, el polémico trabajo de Graham Allison, Destined for war: Can America and China escape Thucydides’s trap? (Nueva York: Houghton Mifflin Harcourt, 2017).
[60] onu, Tratados..., 29-38.
[61] Véase https://treaties.unoda.org/t/moon, acceso el 6 de julio de 2022.
[62] onu, Tratados..., 34.
[63] onu, Tratados... Las cursivas son mías.
[64] United States of America (U. S. A.), Commercial Space Launch Competitiveness Act, (2015), acceso el 2 de septiembre de 2022, https://www.congress.gov/bill/114th-congress/house-bill/2262/text.
[65] Luxembourg, On the exploration and use of space resources, (2017), acceso el 6 de julio de 2022, https://space-agency.public.lu/en/agency/legal-framework/law_space_resources_english_translation.html.
[66] José Ignacio Castro Torres, “La astropolítica en un mundo pospandémico”, documento de Análisis, núm. 17 del Instituto Español de Estudios Estratégicos (2020): 16, acceso el 6 de julio de 2022, www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2020/dieeea17_2020joscas_astropolitica.pdf.
[67] Las desigualdades en el denominado astrocapitalismo se sienten aun sin salir de la Tierra. Lo evidencia Johnson en las limitaciones de los mexicanos interesados en participar en la industria espacial. Véase Anne Johnson, “A Mexican conquest of space. Cosmopolitanism and cosmopoetics in the Mexican space industry”, Review of International American Studies. vol. 13, núm. 2 (2020), acceso el 7 de julio de 2022, https://www.academia.edu/44937083/a_mexican_conquest_of_space_Cosmopolitanism_Cosmopolitics_and_Cosmopoetics_in_the_Mexican_Space_Industry_introduction_stakes_and_scales_of_outer_space; Mitchel expone las inequidades con los pobladores desplazados por una base aeroespacial brasileña en la localidad de Alcántara: Sean Mitchel, Constellations of Inequality: Space, Race & Utopia in Brazil (Chicago: University of Chicago Press, 2017).

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Narrativas Antropológicas, primera época, año 6, número 11, enero-junio de 2025, es una publicación electrónica semestral editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Secretaría de Cultura, Córdoba 45, col. Roma, C.P. 06700, alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, www.revistadeas.inah.gob.mx. Editor responsable: Benigno Casas de la Torre. Reservas de derechos al uso exclusivo: 04-2019-121112490400-203, otorgada por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la ultima actualización del número: Iñigo Aguilar Medina, Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, Av. San Jerónimo 880, col. San Jerónimo Lídice, alcaldía Magdalena Contreras, C.P. 10200, Ciudad de México; fecha de última actualización: 10 de enero de 2025.

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