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Adicciones y rap:
narrativa del padecimiento de un joven purépecha

Addictions and rap: Narrative of illness of a young purepecha

Amanda Uribe Cortés
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas-Sureste)
aucmons@gmail.com; ORCID ID: 0009-0003-4201-0813

RESUMEN
En este texto me propongo resaltar la importancia de la comprensión subjetiva del sufrimiento como una herramienta fundamental para abordar la experiencia de la adversidad y el dolor, en contraposición al enfoque biomédico predominante. Para ello, se examina la narrativa del padecimiento de un joven purépecha, llamado S, con el propósito de comprender cómo los sufrimientos se construyen y manifiestan en diferentes dimensiones socioculturales, lo que influye en las decisiones relacionadas con la búsqueda de atención médica y el tratamiento. Además, se busca profundizar en el marco explicativo[1] y las formas de expresar el dolor, evidenciando cómo la persona afectada experimenta y percibe su condición, otorgándole significado al padecimiento como parte inherente a la vida, donde adquieren sentido en lo individual y en lo colectivo a partir de un contexto particular. Se hace hincapié, también, en la interrelación entre el cuerpo y las emociones, así como la relevancia del significado del síntoma para el individuo y para su entorno al reconocer que el sufrimiento son interpretaciones sociales.

Palabras clave: experiencia, significados, expresión, padecimiento y emociones.

 

ABSTRACT
In this text, I aim to highlight the importance of subjective understanding of suffering as a fundamental tool to addressing experiences of adversity and pain, in contrast to the predominant biomedical approach. To this end, the narrative of suffering of experienced by a young purépecha named S is examined, with the purpose of understanding how suffering is constructed and manifested in different sociocultural dimensions, influencing decisions related to medical attention and treatment. Furthermore, there is a desire to delve into the explanatory framework and forms of expressing pain, demonstrating how the affected person experiences and perceives their condition, giving meaning to suffering as an inherent part of life, where it acquires meaning at both individual and collective levels within a particular context. Additionally, emphasis is placed on the close interrelationship between the body and emotions, as well as the relevance of the meaning of symptoms for both the individual and their environment, recognizing that suffering and pain are social interpretations.

Keywords: experience, meanings, expression, illness, and emotions.

Fecha de recepción: 18 de enero de 2024
Fecha de aprobación: 16 de mayo de 2024

Introducción

La experiencia del padecimiento, representada por S, un joven purépecha, se entrelaza con diversas aflicciones, incluyendo su lucha contra las adicciones y la violencia del narcotráfico, manifestándose en su música rap como una forma de expresar resistencia y persistencia frente al dolor. Este trabajo, enmarcado en la antropología médica, explora los significados del sufrimiento en un contexto sociocutural específico, desde un enfoque fenomenológico. El objetivo es dar voz a quien sufre, revelando la complejidad de sus vivencias. Bajo estas premisas, los antropólogos médicos se interesan en explorar los sentidos y significados que se desarrollan en las realidades multidimensionales del padecimiento, especialmente en el contexto de búsqueda de atención y salud. De acuerdo con Arthur Kleinman, la experiencia del padecimiento siempre adquiere una realidad cultural, que se construye mediante negociaciones en distintas situaciones sociales y relaciones particulares. Por ello, esa experiencia es considerada polisémica o multivocal, al poseer más de una interpretación.[2]

Al aplicar un enfoque fenomenológico para abordar el padecimiento, se resaltan aspectos como el dolor, la percepción sensorial, las emociones, el cuerpo, la experiencia subjetiva e intersubjetiva y contextual. Esto incluye dimensiones como la sociabilidad, la empatía, la moral, la experiencia religiosa, la expresión, el arte, la estética, la creatividad y la narrativa.[3]

La Meseta Purépecha es una región indígena en el centro occidente de México; comprende 11 municipios, entre ellos Nahuatzen, al que pertenece S. La región se considera una de las más pobres del estado de Michoacán, por la escasez de recursos materiales de vida como ingresos, empleo, vivienda, salud y educación, que se mantienen por debajo del promedio estatal y nacional. Como resultado, la migración hacia Estados Unidos de América ha sido una alternativa común para la población desde la década de los noventa, en busca de oportunidades de ingreso y trabajo.

El testimonio de S fue recopilado a partir de entrevistas no estructuradas en conversaciones virtuales en plataformas como Zoom y WhatsApp. Me presentaron a S el 15 de enero de 2022 en Morelia, a través de un amigo suyo, un rapero; desde entonces, continuamos conversando en línea hasta finales de 2023. En esos encuentros, S compartió aspectos sobre sí mismo y las experiencias de sus padecimientos, como ansiedad,[4] depresión,[5] insomnio y abuso de sustancias, que lo llevaron a vivir dos sobredosis. Este registro destaca una perspectiva autobiográfica que entrelaza su relato con sus sufrimientos.

S es un joven purépecha de 21 años, de la región de la Meseta Purépecha de Michoacán. Es rapero, y habla fluidamente purépecha, español y un poco de inglés, que mezcla en su música. Actualmente, está cursando la licenciatura en Psicología en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Uruapan.

La familiar nuclear de S está compuesta por su papá, un maestro de primaria en su pueblo, y tres hermanas mayores que él. La mayor completó una maestría en Letras; la siguiente terminó su licenciatura en Psicología, y la menor está actualmente en la mitad de su licenciatura en Educación. Lamentablemente, su mamá falleció en un accidente automovilístico cuando S tenía diez años.

S utiliza el rap como herramienta artística y terapéutica para expresar sus aflicciones, convirtiendo su música en una forma catártica de desahogar sus frustracciones y estabilizar sus emociones. Además, recurre al arte para plasmar las adversidades que ha enfrentado y posicionarse como integrante de un pueblo originario en resistencia frente a la violencia que lo rodea. Esta práctica también le sirve para revitalizar su lengua y cultura, potencializando la crítica contestataria de forma creativa, facilitando la interpretación y representación de sus experiencias.

La música rap y su contexto impactan de manera dual en la vida de S: por un lado, refuerza su identidad étnica y le otorga una vía de resistencia contra la narcoviolencia[6] y las adicciones que se viven en Michoacán; por otro lado, lo expone a entornos sociales donde prevalece el consumo de drogas y alcohol para socializar.

Abuso de sustancias: depresión, ansiedad e insomnio

Son dos padecimientos los que se han acentuado en mí, la ansiedad y el insomnio, duermo entre cuatro o cinco horas. Esto derivó del ritmo de vida que solía llevar antes. De repente no puedo estar quieto en un lugar, necesito estar haciendo algo o me siento presionado por todo y termina detonándose en estos ataques.

Comencé a sentir ansiedad hace dos años, más o menos [2020-2021]. Sentí demasiadas cargas emocionales y responsabilidades, la presión de no encontrar estabilidad. Empecé con ciertos síntomas como dificultad para respirar, sentirme incómodo, paranoia e insomnio por sobrepensar las cosas.

La ansiedad se manifiesta en mi cuerpo cuando tiemblo, me desespero, me falta la respiración y comienzo a sentirme claustrofóbico y a veces deriva en llanto. Es tanta la frustración que la única forma de sacarlo es llorando. Lo que hago para tranquilizarme sobre todo es hacer música.

Fue a los 14 años cuando empecé a consumir sustancias, de las cuales han sido muchísimas, pero en sí el alcohol es una de las principales que me abrió la puerta hacia otras cosas. Como está normalizado y es legal, reduce el impacto que tiene. Pero siendo adolescente tenía ganas de experimentar y probar nuevas cosas. Comencé a estar en un ambiente con personas que tienen problemas de adicción. Se crea un ambiente de convivencia, lo haces y lo repites hasta que se vuelve una rutina, después una costumbre y luego ya eres adicto.

Crecí en un entorno en donde el problema de uno es el problema de todos. El problema con la droga es que está en todas partes: en la clase alta, en la media y en la baja. Nadie está exento de ser adicto. Pero obviamente en las comunidades o en la clase baja es más fácil. Están quienes la venden y la fabrican. Es más probable que siendo adolescente con ganas de experimentar, llegues a ese mundo.

En un principio, con mi grupo no consumiamos sustancias, nos juntábamos a patinar, hacíamos skeaboarding. Pero vas creciendo y la sociedad no está acostumbrada a estas nuevas generaciones. En una ciudad sí, allá está todo lo urbano. Pero aquí no, te van estigmatizando, te van haciendo a un lado por ser un adolescente que sale a la calle, por vestirnos diferente y hacer lo que se nos antoje. Estar en ese ambiente hace que te vean diferente y te juzgan sin saber. Pero no fue que alguien hizo adicto a todos, pero obviamente llegamos a consumir en grupo varias veces.

Al principio, no le veía ningún problema porque estudiaba y cumplía con mis responsabilidades. Tenía la oportunidad de estar en eventos y hacer música. El problema se detonó con la pandemia. Estaba viviendo en Morelia, me pagaba una escuela de música y mi renta. Cuando empezó la pandemia, me regresé a mi pueblo, y fue bastantemente cómodo porque ya no tenía que pagar renta ni trabajar. Pensé que iba a durar poco, pero nadie sabía que duraría tanto. A partir de ahí, tuve más tiempo para seguir en ese ritmo de vida hasta que se me salió de control.

Puse una pausa en mi vida para acomodar mis ideas y plantear bien todo lo que quería hacer, porque perdí el rumbo con la pandemia. Fue hasta diciembre del año pasado [2021] que estoy más tranquilo. Estoy volviendo a retomar todos los proyectos que tengo. Pero he sentido mucha ansiedad por las secuelas de todo esto. Antes de la pandemia nunca había tenido tanto tiempo libre para estar haciendo una sola cosa, y fue así que me sentí más perdido, no encontraba el sentido de esto.

Durante la pandemia, pasaba la mayor parte del tiempo consumiendo, era muy cómodo estar todo el día en la calle, hacer música, aunque sólo escribí un disco, el de Metamorfosis. Pero dentro de mí estaba hacer una transición, y fue entonces cuando lo escribí. Cuando se regularizó un poco todo, tuve la oportunidad de grabar el disco en el estudio en Morelia. Estaba a punto de publicarlo, y me lo iban a entregar pronto, pero a la semana siguiente ya estaba en la clínica completamente aislado, entonces, no lo pude publicar.

El hecho de crecer en ese entorno, el de la calle, uno se crea un ritmo de vida, una mentalidad de estar siempre a la expectativa de lo que pueda llegar a pasar. Ahora me siento más tranquilo, en paz conmigo mismo. Aunque a veces, siento que algo va a suceder, incluso si no es así.

Las sustancias psicodélicas se catalogan como depresivas. Uno se siente solo, con menos autoestima, menos capaz de hacer las cosas. Incluso llegas a querer dejarlo todo. En mi caso, terminó en una depresión, al menos así fue el diagnóstico, porque no necesariamente es estar triste, aunque uno ni siquiera se da cuenta.

Estuve en terapia con una psiquiatra, pero debido a la pandemía teníamos sesión en línea cada 15 días y después fueron los psicólogos en mi internamiento en Morelia. En ambos casos, me diagnosticaron depresión. Llegué a la psiquiatra por recomendación de mi hermana mayor y como una primera solución a lo que estaba aconteciendo, pero resultó contraproducente debido al tratamiento con medicamentos, porque ya había desarrollado dependencia a los fármacos. Fue en esa época cuando ocurrieron las sobredosis.

Yo ya consumía clonazepam[7] desde hace tiempo; sin la receta médica de mi psiquiatra, yo mismo me la receté, tenía un conocimiento total de los funcionamientos de esos fármacos. Llevaba tiempo consumiéndolos por el insomnio. Aunque después desarrollé tolerancia a ellos, así fui aumentando la dosis. No recuerdo cómo supe de ellos, pero sabía de esos y más. Se los compraba a médicos poco éticos, pero también conocía a mucha gente que los vendía.

Durante mi terapia con la psiquiatra, nos enfocamos principalmente en mis adicciones. Inicialmente, intentamos abordar sólo eso, porque el consumo de fármacos fue después de ir con más regularidad. Me había dicho que podía sustituir esas sensaciones con el clonazepam para estar más estable, y no me sintiera mal. Y sí me estaban ayudando realmente, pero seguía teniendo la obsesión de consumir. Al final no me ayudó porque derivó en dos sobredosis. Fue cuando quise dejar todos los fármacos y también las sustancias. Dejé de ir con la psiquiatra y comencé la terapia psicológica, sin medicamentos ni nada.

Tomé terapia por la necesidad de encontrar una solución, por querer salvarme o hacer algo por mí mismo. Estaba perdiendo el control de muchas cosas y, aunque una parte de mí no le importaba, a la otra sí. Ya no quería estar en esa situación.

Fue una recomendación de mi familia, a quienes tampoco les gustaba verme así. Me ensimismaba mucho y hacía que se preocuparan. Pero siempre fue de: “Si tú quieres, si tú estás listo”. No fue obligado ni nada de eso, porque así no hubiera funcionado.

Pasé de la psiquiatra al psicólogo por mi consumo prolongado de fármacos. Sentía que la medicación me agobiaba al mantenerme en ese estado mental todo el día. Creía que la terapia podría ayudarme a dejar de depender de los medicamentos.

Los fármacos que tomaba eran citalopram,[8] escitalopram,[9] y desde el principio fue clonazepam, pero se descartó en los primeros meses con la psiquiatra porque llevaba un historial de abuso de esas pastillas. A partir de ahí, derivó mi insomnio, porque los tomaba para poder dormir, aunque después lo hacía por motivos recreativos. La psiquiatra me explicó que el consumo de estos fármacos descontracturó mi ciclo de sueño.

Estos fármacos me causaban felicidad. Me gustaba sentirme así, porque me sentía solo, apático y triste. Los utilizaba para el insomnio, aunque notaba que cada vez me costaba más conciliar el sueño. Pero los seguí utilizando hasta que empecé a disfrutar los efectos de forma recreativa, eso fue lo que agravó mi insomnio.

El problema con las pastillas es que el efecto dura: si las tomas el lunes, el martes estás confundido, incluso ido, pero el miércoles ya estás bien. El problema surge si lo haces a diario, no das tiempo a que el efecto desaparezca y te quedas en ese estado. Por mi parte, noté que me veía agobiado, distraído, no modulaba bien, incluso tardaba en reaccionar a mi entorno.

Desgraciadamente, en la vida hay cosas que te hacen reflexionar para tomar ciertas decisiones. Tiene que pasar algo para que uno se dé cuenta de la gravedad de la situación. Ese fue mi caso: tuve dos sobredosis en sólo tres días. Un día tuve una, al otro día estaba bien y al siguiente día me volvió a dar otra vez. A partir de ahí fue que reparé en la magnitud del daño.

Las dos veces que sufrí sobredosis, ocurrieron en mi casa en la noche. Tenía 18 años y estaba solo. Incluso, no sabía que era una sobredosis, sólo consideré que se me había pasado la mano. Me enteré de los síntomas típicos de una sobredosis cuando fui a rehabilitación.

La primera vez, recuerdo que estaba en tratamiento psiquiátrico, y combiné el clonazepam con alcohol. Estuve tomando y en la noche al regresar a mi casa, me sentía muy drogado, aunque no le vi mayor problema. Decidí tomarme otras cuatro, y como a la hora, sentí muy débil mi cuerpo, los latidos tenían cada vez menos fuerza, iban apagándose, ni siquiera podía levantar una mano, así que estaba acostado. Recuerdo haber pensado que, si existía un poder más allá, ojalá pudiera conocerlo, me estaba encomendando. Ya me había resignado, porque sentí cómo todo se apagó, y como a las cuatro de la mañana, me levanté y bajé corriendo al baño a vomitar. Toda la madruga estuve tratando de orientarme y de agarrar consciencia de las cosas. Después en la mañana fui por sueros y estuve todo el día así. Estaba muy desconcertado. Ese día dormí más o menos, y al día siguiente, cuando me levanté, me sentía mejor.

Al día siguiente fue la siguiente sobredosis. Me salí, y aunque tengo lagunas mentales de esa noche; sólo recuerdo que alcancé a acostarme. Cuando desperté al día siguiente, vomité, estaba muy deshidratado. Fue ahí que sentí la necesidad de buscar ayuda, porque sabía que no iba a poder solo.

Considero que sigo siendo adicto, porque es una enfermedad mental. El hecho de que siga consumiendo alcohol no hace ninguna diferencia. Uno nunca deja de ser [adicto] porque siempre te queda esa obsesión. Pero sí considero que soy una persona totalmente diferente a quien era antes, porque antes no me importaba prácticamente nada, ahora sí pienso en las consecuencias que tienen los actos y pienso también en mi familia. Aunque siga tomando, fumando de vez en cuando Cannabis, no lo hago como antes, pero mientras siga consumiendo esas sustancias, no me hace ser una persona sobria, aunque no lo haga todos los días.

Mentalmente, llega un punto donde ya no sabes distinguir la realidad de la fantasía, deriva en algún tipo de trastorno. En mi caso, el tiempo que estuve utilizando psicodélicos: hongos, lsd, marihuana y otros más, estuve a punto de tener un brote psicótico. Empiezas a creer que se ponen en contacto contigo seres divinos o que recibes señales del universo, de algo superior. Incluso sientes conspiraciones hacia tu persona. Todas esas cosas te van empujando a otro estado mental más grave.

Dependía mucho de las sustancias, pero decía que era porque yo quería, porque me sentía libre y rebelde, pero cuando tuve la oportunidad de estar en rehabilitación, me di cuenta de que mi adicción fue para intentar sobrellevar las cosas de alguna forma, por ejemplo, no tener a mi mamá conmigo.

Estos pasajes ilustran la trayectoria de las aflicciones de S, desde su inicio hasta su desarrollo, en un contexto marcado por la pandemia de covid-19, donde se destaca el impacto y las repercusiones que tuvo en sus afecciones. Asimismo, se describen los síntomas experimentados en su cuerpo y percepción, así como las posibles causas de sus malestares y los cambios que éstos provocaron en su vida. También se observa el proceso que siguió para buscar atención médica profesional, las estrategias que empleó para aliviar sus dolores y las interpretaciones y reflexiones de sus dolencias. Además, se resaltan las decisiones y los recursos que utilizó para su tratamiento y cuidado personal, teniendo en cuenta su contexto sociocultural y emocional.

Centro de rehabilitación

Ingresé a una clínica en Morelia durante cuatro meses, totalmente aislado. El costo fue de ocho mil pesos mensuales. Fue mi hermana mayor y mi papá los que me internaron, aunque fue mi hermana la del medio la que les hizo ver que realmente no estaba bien como para hacerlo por mí mismo. Un día llego, me estaban esperando muy sospechosos (ríe) y me dicen “ven siéntate queremos platicar contigo”, me platican la idea del centro y me dicen “te lo queremos decir para que tú digas si quieres o no quieres o si buscamos otro método”. Así me la vendieron, y yo les dije que estaba bien, y me dicen: “Haz tus cosas porque mañana te vas, ya todo está listo”. Al día siguiente me despertaron temprano y así llegué.

Al ingresar al centro de rehabilitación, no tenía ninguna expectativa de mí mismo y mi autoestima estaba muy baja. No me sentía capaz de hacer las cosas y carecía de sentido o amor por la vida. La terapia me hizo abrir los ojos a que hay algo más. Por ejemplo, no sólo estás tú, están de por medio todas las personas con las que convives, eso también les afecta. Es darte cuenta de la magnitud del problema y a quiénes involucras, y si eso es lo que realmente quieres en tu vida.

En el centro de rehabilitación te dan una combinación de tres cosas: te refuerzan la parte espiritual, te dan terapia psicológica y te juntan con gente como tú, como los de A. A. [Alcohólicos Anónimos]. Es a partir de las anécdotas y las experiencias que te comparten las personas, que uno aprende a que tenemos cosas en común o que pasan cosas similares entre todos nosotros. La parte espiritual me ayudó bastante, porque no tenía amor por la vida, de repente haces tu meditación, eso te hace sentir mejor.

Cuando estás desintoxicado ves las cosas con claridad. Porque cuando consumes quedas atrapado en un mundo de fantasías. Tú crees que las cosas son de tal forma y no es así. Pero después de tres meses limpio fue como despertar de un sueño.

Siento que he recaído. Al principio, al salir del centro, me sentía pleno y muy pocas cosas me afectaban. Pero con el tiempo, dejé de practicar lo aprendido. Por eso, creo que aún estoy en proceso de recuperación.

En esta sección se describe el recorrido que siguió S hacia un instituto privado de rehabilitación, se exponen sus interacciones familiares y las reflexiones que surgen a partir de su situación; se examina su proceso de toma de conciencia y se presenta cómo tuvo su transformación y en camino a la recuperación.

La música rap

En el ambiente de la música empecé a consumir sustancias. Esto sucedió cuando estaba grabando y haciendo videos. Empecé como a los 16, y entre los 16 y los 18, fueron mis etapas más fuertes [de consumo], en total duré cuatro o cinco años así.

Verás, soy una persona inestable y como puedo estar muy bien un día, soy la persona más triste. Pero la música es la única forma de expresar lo que a mí me cuesta trabajo hacer y la que me hace sentir bien cuando todo lo demás está mal.

Mi primer disco, Metamorfosis, lo grabé antes de ingresar a la clínica en Morelia, escribí ese disco en ese momento de crisis en mi vida, por eso las letras expresan todo eso. Dentro de mí ya quería hacer una transformación. La principal intención del álbum fue dejar registro, porque sabía que ya estaba encaminado a algo más.

La metamorfosis fue un cambio que me produjo dolor. Considero que las mejores cosas que salen de mi lápiz siempre son a causa de la inestabilidad o de un sentimiento no grato, por eso la necesidad de escribir.

Gracias a la música puedo poner todo en orden, expresar lo que siento y he vivido. Con la música tengo esa oportunidad de desahogarme, es el resultado de todas estas contradicciones, por eso digo “hago terapia escrita y no canciones”.[10]

Así, el rap se vuelve un medio para liberar, procesar y compartir las experiencias personales de S, actuando como catarsis emocional en momentos difíciles.

A continuación se transcribe un fragmento de una canción creada por S.

TIEMPOS VIOLENTOS[11]

Errores, errores que el pequeño cometió,
salí ileso, por eso nadie se enteró.
Cambió mi percepción,
esto fue en serio entre risas, sustancias y el cementerio,
se fueron seis malos años ya no tengo trece.
A veces llueve, a veces no, pero mis frutos igual crecen.
Sigue habiendo a quienes no les parece, mi modo de rimar, mi modo de actuar.
Voy en contra de la corriente, de la corriente manera de pensar,
por exceso de dopamina me alejé de las envidias,
de la hipocresía de gente falsa que llamé familia.

Esta canción expone la etapa crítica de la vida S, marcada por su lucha contra las adicciones desde la adolescencia hasta la juventud, en un contexto de narcomenudeo y consumo de drogas; pero también muestra cómo S obtuvo un aprendizaje de dichas experiencias, lo que influyó en un cambio significativo en su percepción y comportamiento a nivel individual para mejorar su salud y bienestar.

Reflexiones finales

S enfrenta desafíos con las adicciones en el ámbito del rap, influenciado por su entorno social y cultural. Esto subraya la conexión entre el estilo de vida del rap y las dificultades del consumo de drogas y alcohol, especialmente en el barrio, con lo que perpetúa estereotipos autodestructivos y promueve un modo de vida asociado al abuso de sustancias. Tales prácticas se integran a su identidad como medios de socialización y adscripción al grupo de amigos, además de servir como vía de escape ante las adversidades de la vida, marcada por el contexto del narcotráfico que impacta en la vulneración de la salud.

Esas observaciones amplían la comprensión de las dinámicas sociales y sus repercusiones en la vida y salud de los jóvenes purépechas en la Meseta Purépecha de Michoacán. El presente análisis no se limita a la experiencia individual de S, sino que ofrece una visión amplia de los problemas sociales que afectan a toda la región purépecha en conjunto.

La dedicación de S como músico no sólo le proporciona una vía de expresión, sino también le permite dar coherencia a sus experiencias más adversas. Utiliza la música como un medio para procesar y comunicar sus emociones, convirtiéndola en un acto de resistencia al compartir y difundir sus vivencias. La conexión emocional con su herencia purépecha y el rap se convierte en un impulso positivo que le brinda un propósito y una sensación de pertenencia, contrarrestando así los efectos negativos de experiencias emocionales pasadas.

Las emociones, especialmente la tristeza por la muerte de su mamá, desempeña un papel esencial en la vida de S. Intentó llenar ese vacío con el consumo de sustancias psicoactivas y fármacos psiquiátricos, lo que le brindó alivio y placer temporal, repercutiendo en su salud física y mental, al punto de enfrentar dos sobredosis. Tanto su familia, preocupada por su bienestar, como S mismo, sumido en la desesperanza y el desconcierto, fueron testigos de esta situación límite.

La espiritualidad emerge como un tema crucial en el relato de S; respecto de ella destaca el consuelo y apoyo que ofrece como medio para explicar e interpretar su sufrimiento, con lo que promueve la esperanza y proporciona sentido; tal se manifiesta en los momentos más críticos de la vida de S, durante las sobredosis y su tratamiento. Resalta un recurso cultural de implementar la espiritualidad en la necesidad de hallar significado y alivio en medio de los problemas.

El impacto de la pandemia de covid-19 repercutió en la vida de S de manera significativa y abruptamente: intensificó su consumo de drogas, alcohol y fármacos. Ante esta situación, buscó ayuda y asistió a terapia psiquiátrica, donde a pesar de contar con una trayectoria de abuso de drogas le recetaron medicamentos por un tiempo; esto lo llevó a sufrir dos sobredosis y, en consecuencia, a ingresar a un centro de rehabilitación para abordar de mejor manera sus adicciones.

El avance del internet, impulsado por la globalización tecnológica, ha facilitado el acceso generalizado a la música rap a través de plataformas digitales. Este fenómeno global se relaciona con la influencia del tráfico de drogas ilegales, promovido en la cultura urbana y los medios de comunicación. El rap, explorado por S, refleja esa realidad al ser una expresión cultural urbana asociada con narrativas sobre la vida en comunidades marginadas, donde la pobreza y la violencia son comunes, contribuyendo al discurso cultural sobre el consumo de drogas.


[1] Marco explicativo es todo lo relativo a creencias que operan como una amplia matriz cultural que da cabida a la inagotable variedad de potenciales significados particulares que sirven para interpretar el padecer.
[2] Arthur Kleinman, The illness narratives: Suffering, healing and the human condition (Nueva York: Basic Books, 1988), 5, 9.
[3] Robert Desjarlais y C. Jason Throop, “Phenomenological Approaches in Anthropology”, The Annual Review of Anthropology, vol. 88 (2011), acceso el 5 de marzo de 2022, https://www.academia.edu/1319197/Desjarlais_Robert_and_Jason_Throop_2011_Phenomenological_
Approaches_in_Anthropology_Annual_Review_of_Anthropology_40_87_102
.

[4] La ansiedad es una condición de miedo y preocupación intensa y excesiva; puede ir acompañada de síntomas físicos como palpitaciones, dificultad para respirar, sudoración excesiva, temblores y tensión muscular. Organización Mundial de la Salud (oms), acceso el 9 de abril de 2024, https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/anxiety-disorders.
[5] La depresión es un trastorno mental, caracterizado por una tristeza persistente y por pérdida de interés o placer en las actividades previamente disfrutadas. Organización Panamericana de la Salud (ops), acceso el 9 de abril de 2024, https://www.paho.org/es/temas/depresion.
[6] La narcoviolencia se entiende como “los delitos relacionados con el crimen organizado, y los cárteles que operan en México”. Erik Mejía Rosas, “Rap-agencia frente a la narcoviolencia. Análisis crítico del discurso de canciones de los raperos de García, Nuevo León, México”, Análisis. Revista Colombiana de Humanidades, vol. 53, núm. 99, (julio-diciembre, 2021), 22, acceso el 15 de septiembre de 2023, https://doi.org/10.15332/21459169.6511.
[7] Clonazepam: Es un medicamento, que actúa como tranquilizante y anticonvulsivo. Se utiliza para tratar trastornos de pánico, en caso de manía aguda y ciertos tipos de convulsiones epilépticas; sin embargo, su uso prolongado puede generar dependencia, por lo que requiere un control especial. Facultad de Medicina, unam, acceso el 18 de abril de 2024, http://www.facmed.unam.mx/bmd/gi_2k8/prods/prods/Clonazepam%20Tabs.htm.
[8] Citalopram: Es un antidepresivo que se utiliza para tratar la depresión mayor y trastornos de ansiedad, Facultad de Psiquiátricos y Neurológicos (cpnp), acceso el 17 de septiembre de 2023, https://smiadviser.org/wp-content/uploads/2020/02/ESP_citalopram.pdf.
[9] Escitalopram: Es un antidepresivo que se utiliza para tratar la depresión mayor, trastornos de ansiedad y trastorno obsesivo-compulsivo, Institución Nacional de la Salud, Biblioteca Nacional de Medicina, acceso el 17 de septiembre de 2023, https://medlineplus.gov/spanish/druginfo/meds/a603005-es.html.
[10] Esta frase sale en su canción “Cristales oscuros”, acceso el 13 de octubre de 2023, https://www.youtube.com/watch?v=maz_-g2mmci.
[11] “Tiempos violentos” es una canción del primer disco de S, llamado Metamorfosis, acceso el 10 de abril de 2024, https://www.youtube.com/watch?v=rpal4yj9m94.

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Narrativas Antropológicas, primera época, año 6, número 11, enero-junio de 2025, es una publicación electrónica semestral editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Secretaría de Cultura, Córdoba 45, col. Roma, C.P. 06700, alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, www.revistadeas.inah.gob.mx. Editor responsable: Benigno Casas de la Torre. Reservas de derechos al uso exclusivo: 04-2019-121112490400-203, otorgada por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la ultima actualización del número: Iñigo Aguilar Medina, Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, Av. San Jerónimo 880, col. San Jerónimo Lídice, alcaldía Magdalena Contreras, C.P. 10200, Ciudad de México; fecha de última actualización: 10 de enero de 2025.

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