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Cabo de año en Pinotepa Nacional:
artes culinarias y florales en las prácticas rituales

Cabo de año in Pinotepa Nacional: Culinary and floral arts in ritual practices

Amaranta Arcadia Castillo Gómez
Universidad Autónoma de Tamaulipas
orcid id: 0000-0003-2612-2172

Fecha de recepción: 19 de septiembre de 2024
Fecha de aprobación: 25 de septiembre de 2024

La muerte es uno de los acontecimientos más significativos dentro de los imaginarios de las sociedades. Desde que la especie humana tuvo conciencia de ella ha constituido un tema central en las prácticas rituales y en los saberes y mitos que se transmiten de generación en generación. Trascender la finitud es parte de una gran variedad de sistemas religiosos en el mundo y constituye un tema central en las expresiones artísticas del mundo.

La velación del cadáver (y todos los actos destinados a que el difunto logre su destino final), podemos verla como la ordenación de actos, apoyados en un conjunto de relaciones sociales, encaminado a mantener el equilibrio social ante lo que se antoja ser un acto desestructurante.

En efecto, como lo señaló Emile Durkheim, lo que está en el origen del duelo es la impresión de debilitamiento que siente el grupo cuando pierde a uno de sus miembros. Por ello, la secuencia que se sigue en el ritual permite a los dolientes pasar de un estado afectivo a otro; de la sorpresa se pasa al dolor y junto a la dolencia de la pérdida se manifiesta la tranquilidad que surge al sentir la solidaridad social.[1]

Del temor que inspiran los muertos cuando se les está velando se pasa a un tiempo en que recobran su naturaleza protectora y sus primeros sentimientos de ternura y solidaridad. Sensación de tranquilidad que se refuerza con la terminación del duelo, como un momento en el que la ceremonia se torna purificadora.[2]

Fase del ciclo funerario

Momento de realizarse

Velorio y entierro

La primera noche del fallecimiento y el medio día del siguiente

Novenario

Nueve días

Cabo de año

Al año del fallecimiento

Cuatro años

Cuatro años del fallecimiento (algunos dicen que son ocho)

Retomando como guía la tabla de Garrett Ríos,[3] nos enfocamos ahora en describir la razón de ser de las imágenes que se comparten.

Entre las comunidades ñuu savi de Pinotepa Nacional, se cree que el alma y la sombra no mueren al morir una persona. Antes bien, estas entidades constitutivas del difunto se mantienen vivas y ejercen una influencia en la vida de los que le sobreviven, y sobre la comunidad. Los procesos para que estas partes constitutivas puedan encaminarse y finalmente integrarse a los ancestros implican actos rituales al menos durante cuatro años. Para los católicos apegados a la ortodoxia, la estadía en el purgatorio de las almas implica deberes para los vivos que desean que su alma llegue al cielo limpios completamente para presentarse ante la mirada de Dios.

Como ya se mencionó, a pesar de que el cuerpo muere, las entidades anímicas aún no han alcanzado su destino, se encuentran aún cerca de los vivos y su mundo. Existe miedo y se experimenta un sentido de peligrosidad ante su presencia por una posible influencia negativa en sus familiares y amigos. Para que ello no suceda, pasado un año del deceso se lleva a cabo un nuevo ritual denominado “cabo de año”; en él se vuelve a rezar un novenario, frente a una nueva cruz de cal colocada en el altar y la cual representa la sombra del difunto. Al noveno día se levanta la cruz en un ritual y se lleva al cementerio. Los familiares se despiden nuevamente de su difunto y con ello aseguran que éste logre encaminarse finalmente a su destino. Generalmente se realiza un ritual semejante a los cuatro años. Garrett nos dice que, además, este es un acto de reciprocidad con consecuencias tanto para el difunto como para los vivos.[4]

En 2017 se conmemoró el cabo de año de un amigo, autoridad indígena ñuu savi, don Efrén López Ruíz, en Pinotepa Nacional, y en el que colaboré. La organización del proceso ritual fue compleja e implicó a toda la unidad familiar extensa, así como a los miembros del barrio al que él pertenecía. Los difuntos, comprobé, son fuerzas cohesionadoras eficaces. En este caso que presento, observé también la importancia que tienen las mujeres para la puesta en marcha de todo el sistema de reciprocidad comunitaria: El ahorro del dinero y su administración es, en muchas ocasiones, llevado al cabo por ellas, así como la previsión de la cantidad de invitados, la ejecución de los rezos, la compra del pan (hecho especialmente para estos días)... Todo un conjunto de conocimientos logísticos que incluso conllevan la elaboración de fogones (fotos 1, 2, 3), saberes culinarios (Fotos 5, 6, 7 y 8), saberes de arte floral (fotos 12 y 13), saberes de atención (etiqueta), visión general de planificación, despliegue de actitudes e intenciones adecuadas al momento (foto 9), pues no se trata de realizar el ritual en conflicto. Mediadoras en problemas, ejercían diplomacia sutil.

Las mujeres son las principales transmisoras de saberes alimentarios y de procesos rituales que los implican, participan en la organización del trabajo no sólo doméstico en su comunidad, sino que transmiten y preservan conocimientos botánicos, y de siembra y recolección que se ocupan en una gran cantidad de platillos rituales.

Este esfuerzo colectivo sustenta el bienestar simbólico de la unidad doméstica familiar, pues con él se impide que los difuntos hagan peligrar la vida social mediante las acciones rituales de diversos niveles, y además, es otra parte de las labores que las mujeres tienen a cargo dentro de todo el sistema social.

Podemos ver en estas imágenes la preparación de los alimentos para el cabo de año, principalmente mole (fotos 5, 6, 7, 8, 10 y 11), en donde se activan redes de reciprocidad de mujeres que se apoyan dentro del barrio o de otros barrios, para donar trabajo, tiempo, saberes, dinero, alimentos, detergente para los trastes o cualquier otro aporte que se requiera. Además del quehacer desplegado en el arte culinario, podemos admirar su empeño en el ejercicio del arte floral, que forma parte esencial del escenario ritual, y cuya importancia estética es intrínseca a la eficacia simbólica del ritual de cabo de año (fotos 14, 15 y 16).

 

Agradecimientos

A mi entrañable amigo y maestro, don Efrén López Ruíz †; a su familia (hijos, nietos y bisnietos), especialmente a la madre Azela López, sus hermanos y cuñados.


1. Haciendo el fogón. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


2. El fogón está listo. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


3. La leña es cortada de ramas de árboles de las casas o de la milpa. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


4. Encendiendo el fogón. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


5. Preparando el pollo para el mole. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


6. Tostando el ajonjolí. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


7. Tostando el cacahuate. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


8. Limpiando el chile. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


9. Teti prepara la verdura para el arroz. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


10. El pollo cociéndose para el mole. Se cocinó en fogones de diferentes tipos. En este caso, las ollas grandes se colocaron directamente sobre troncos acomodados para tal efecto. Lo mismo sucede con la olla del nixtamal que se encuentra a un costado. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


11. Para el mole se utiliza otro tipo de fogón. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


12. Bon prepara la cruz que se coloca sobre la cal. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


13. Antonia colabora con los arreglos. Las flores que se usan son tanto compradas como recolectadas del propio solar, la milpa o las que otras mujeres regalan de sus respectivas casas. Este arreglo está hecho con flores y plantas de las casas y solares. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


14. La cruz ya está lista. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


15. El altar está terminado. La imagen de don Efrén López Ruiz se encuentra sobre la imagen de la Virgen de Guadalupe. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.


16. Los cirios no pueden faltar en la ceremonia, su inclusión nos indica la presencia de las divinidades. Fotografía: Amaranta Arcadia Castillo Gómez.

 

[1] Ana Bella Pérez Castro y Amaranta Arcadia Castillo Gómez, “El sentido social del duelo”, en Equilibrio, intercambio y reciprocidad: principios de vida y sentidos de muerte en la Huasteca, coord. por Ana Bella Pérez Castro (México: Consejo Veracruzano de Arte Popular, 2007), 97-98.
[2] Pérez Castro, El sentido social…, 98.
[3] María Gabriela Garrett Ríos, “El ‘cabo de año’ de un chamán. Nociones sobre ancestralidad y chamanismo otomí”, Dimensión Antropológica, año 17, vol. 50 (2010): 107-132.
[4] Garrett Ríos, “El ‘cabo de año’…”, 107.

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Narrativas Antropológicas, primera época, año 6, número 11, enero-junio de 2025, es una publicación electrónica semestral editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Secretaría de Cultura, Córdoba 45, col. Roma, C.P. 06700, alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, www.revistadeas.inah.gob.mx. Editor responsable: Benigno Casas de la Torre. Reservas de derechos al uso exclusivo: 04-2019-121112490400-203, otorgada por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la ultima actualización del número: Iñigo Aguilar Medina, Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, Av. San Jerónimo 880, col. San Jerónimo Lídice, alcaldía Magdalena Contreras, C.P. 10200, Ciudad de México; fecha de última actualización: 10 de enero de 2025.

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