• INICIO
  • REVISTA
    • DIRECTORIO
    • NORMAS EDITORIALES
    • NÚMEROS ANTERIORES
  • RELATOS
  • MIRADAS
  • VOCES
  • RESEÑAS

CONVOCATORIAS

Índice

  • Relatos

  • Los talleres de video participativo y el webdoc como estrategias etnográficas y narrativas: el caso de la Fundación Guagua - Gal

    Alejandro Ayala


  • ?Me atravesaba un río?. Juventudes pescadoras isleñas en contexto de transformación socioambiental (río Paraná, Rosario, Argenti

    Macarena Romero Acuña


  • Miradas

  • Cuerpo, persona y territorio: miradas entrecruzadas

    Eliana Acosta


  • Colectiva Muk ta Luch: hilando historias, bordando sueños

    Fabiola Estefanía Zavala Estrada


  • La mirada audiovisual periférica: un acercamiento desde la movilidad ciclista metropolitana

    Luis Adolfo Ortega Granados


  • Cabo de año en Pinotepa Nacional: artes culinarias y florales en las prácticas rituales

    Amaranta Arcadia Castillo Gómez


  • Voces

  • Entre el sureste y el centro de México: los caminos de la memoria de Álvaro Brizuela Absalón

    José Francisco Javier Kuri Camacho


  • Adicciones y rap: narrativa del padecimiento de un joven purépecha

    Amanda Uribe Cortés


  • Perspectivas

Cuerpo, persona y territorio:
miradas entrecruzadas

Body, person, and territory: intersecting perspectives

Fotografías: Aidé Jiménez, Fernanda Preciado, Herlan Bernal, Itzel Reyes, Lourdes Velasco, Miguel Ángel Escobar, Ricardo F. Becerril, Sara Ramos y Javier Guerrero
Texto: Eliana Acosta

Dirección de Etnología y Antropología Social, INAH
elianaacostamarquez@gmail.com

Fecha de recepción: 01 de octubre 2023
Fecha de aprobación: 21 de marzo de 2024

 

La presente serie fotográfica es resultado del trabajo generado durante el curso “Cuerpo, Persona y Territorio”, dentro del Posgrado de Antropología Social de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. El curso de especialización se abrió con el objetivo central de introducir a las y los estudiantes al estudio del complejo cuerpo, persona y territorio desde la antropología y a través de perspectivas de género, nativas y transdisciplinarias. Como extensión del curso, el 29 de junio de 2023 se llevó a cabo un foro con el mismo eje temático con la finalidad de presentar sus avances de investigación junto con otros invitados, con la intención de propiciar un encuentro que contribuyera al reconocimiento de nuestra alteridad y en la construcción de un mundo a la vez común y diverso.

Parte de esa tentativa y tramado colectivo se comparte en este espacio a modo de ensayo de antropología visual. Tejiendo el discurso etnográfico con la narrativa visual, se entrevé la mirada de cinco investigadoras y cuatro investigadores jóvenes, quienes nos presentan una diversidad de aproximaciones sobre problemas comunes vinculados con el entramado del cuerpo, la persona y el territorio desde una perspectiva relacional y situada.

Si bien la selección de fotografías es resultado de las distintas investigaciones de las y los estudiantes, en algunos casos éstas son producto de trabajos actualmente en curso en el marco del posgrado en la enah y otras de aproximaciones pasadas fuera del periodo en que se llevó a cabo el curso. En ambas situaciones, las fotografías reunidas se derivan de una reflexión colectiva en torno al complejo cuerpo, persona y territorio y de la convicción de la importancia del lenguaje audiovisual en la construcción del conocimiento antropológico.

Aun cuando el punto de encuentro es la antropología social, se entrecruza con la geografía, la etnohistoria, el arte visual, la danza, la arqueología y la psicología social, disciplinas de las cuales provienen también las miradas aquí reunidas. Se muestran a continuación diferentes procesos socioculturales en su dimensión espaciotemporal, y se presentan momentos y formas en que los grupos sociales son cuerpo, expresan su noción de persona, habitan y construyen su territorio.

Una distinción preliminar de las aproximaciones aquí expuestas fue la delimitación de las nociones de cuerpo, persona y territorio como punto de partida para el conocimiento del estado de la cuestión y de la literatura básica que fuera la base de un abordaje etnográfico que partiera de un problema por esclarecerse a partir de interrogantes derivadas de los propios contextos de estudio.[1]

A partir de revisitar diversas corrientes y planteamientos, identificamos al cuerpo como materialidad e instrumento en su fisicalidad y territorio donde se entrecruzan relaciones y fuerzas y acontecen flujos, ciclos e intensidades. De igual manera, exploramos la persona como una unidad en devenir y la conformación del ser y del “sí mismo”; pero también, como las relaciones sociales constituyentes (humanas y extrahumanas), los otros que somos (alteridades constituyentes), así como los sujetos sociales con identidad, derechos y obligaciones. O bien, el territorio concebido como la inscripción de la cultura en el espacio, caracterizado por un sentido de pertenencia e identidad vinculados a un territorio y la conformación de lugares de memoria. De igual modo, como espacio de vida donde deviene un tramado de prácticas, saberes y relaciones que incluye a humanos, plantas y animales, las montañas, las cuevas y rocas, los ríos, manantiales y la lluvia, entre otros componentes del entorno.

Como trasfondo de esta delimitación se encuentran algunos ejes que se derivan de debates actuales y de planteamientos ya clásicos en la antropología. Uno de ellos lo conforman las relaciones humanas-ambientales y, en particular, la constitución social de la persona y el territorio. Aspecto que desde la perspectiva de múltiples pueblos nos deja ver la noción de una comunidad ampliada que abarca a los seres humanos y su entorno donde se reconocen seres con vitalidad, agencia y volición.

Vinculadas a este aspecto son las categorías de cuerpo-territorio y territorio cuerpo; por una parte, el reconocimiento del cuerpo como el “primer territorio” de donde parten los procesos de reproducción social y también de conocimiento y poder, donde se entrelazan a su vez condiciones de género, etnicidad y clase social. Y, por otra parte, la concepción del territorio como cuerpo y ser vivo, asociado con la noción de “seres tierra” y “prácticas tierra” en múltiples escalas y contextos. Este juego de categorías, en sus dos órdenes, está estrechamente vinculado con procesos de despojo y defensa del territorio.

Otro de los ejes lo constituye la correlación entre la percepción, los afectos y la memoria. Bajo esta correlación se examina al cuerpo como lugar de percepción, espacio desde el cual se forja una ecología sensible y un complejo de afectividades y memoria que conforma al ser humano por medio de sus sentidos y con su entorno. Proceso que, si bien se muestra en una concepción sobre el mundo, se expresa en la constitución de un mundo de vida con sus diversos existentes y materialidades con los cuales se establecen vínculos sociales tejidos en el tiempo y en contigüidad con el territorio.

Es así que Aidé Jiménez, geógrafa de origen zapoteca con estudios de posgrado en Mesoamericanos, nos muestra una faceta de la Sierra Norte de Oaxaca: la importancia de las mujeres en la preservación de las tradiciones, a través de la preparación de los alimentos y en el acto de compartirlos, nos deja ver su preponderancia en la reproducción social y la vida comunitaria. Momentos que expresan procesos de socialización y el vínculo entre la producción de los alimentos y la fiesta en la conformación de un ámbito comunitario y formas de ser y habitar el territorio propios de la sierra de Oaxaca y compartidos con otros pueblos originarios.

Desde una autoetnografía, Fernanda Preciado, bailarina y estudiante de posgrado en Antropología Física, explora desde su vivencia el cuerpo y el paisaje en sus diversas escalas a partir de un encuentro de mujeres. Muestra un instante de sincronía de la celebración, juego y reunión entre paisajes corpóreos; nos ofrece una mirada sobre su propio “reconocimiento en la tierra”. Cabe destacar en su aproximación la vivencia del cuerpo como medio de conocimiento y conexión con el entorno.

Por su parte, el etnohistoriador Herlan Bernal, nos aproxima a través de un acto a la vida ritual de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla y su relación con el territorio, en particular, con los cerros concebidos como entidades vivas. Concepción extendida entre diversos pueblos, los cuales comparten la noción de dueños, señores o guardianes con los cuales interactúan para garantizar la existencia y continuidad de la vida, lo cual da lugar a lo que se ha llamado una “cosmopolítica”. Este investigador nos muestra una súplica ritual y los componentes de una ofrenda por parte de un curandero o especialista ritual, nombrado en náhuatl como tlamatique, en el cerro Tlaloc, el cual también es identificado como “el corazón del pueblo”.

Desde la ahora alcaldía de Milpa Alta, Itzel Pintor, artista visual y estudiante de posgrado en Antropología Social, explora las formas que adquiere el duelo en el pueblo de San Jerónimo de Miacatlán. Además de mostrar algunos de los componentes del funeral, centrando su atención en ciertos objetos que a través del registro etnográfico se entrevé su sentido y simbolismo, advierte el duelo como un acto colectivo en el territorio y su expresión en la organización social y el trabajo comunitario.

Lourdes Velasco, psicóloga y estudiante de Antropología Física, centra su mirada en el origen volcánico de la actual Colonia el Pedregal de Santa Úrsula. De esta colonia fundada por población de origen migrante, distingue las rocas volcánicas como sustrato de sus viviendas y su entorno. Reconoce en un ámbito urbano y de reciente poblamiento la conformación de espacios simbólicos y establece como referente la piedra volcánica y la analogía con las familias y su lucha por forjarse una nueva vida.

También de Milpa Alta, el antropólogo Miguel Ángel Escobar, muestra otra de las facetas de la vida comunitaria en esta actual alcaldía, en especial, la estrecha relación con el monte, recuperando a través del lenguaje visual un momento de la larga lucha que las comunidades de la actual alcaldía han mantenido en defensa de sus tierras. Nos acerca a la vida ceremonial que sus habitantes mantienen en los bosques y ofrece una mirada sobre la riqueza biocultural, los terrenos agrícolas y un atisbo de la memoria que se preserva sobre el territorio.

El antropólogo social Ricardo Becerril, desde el Estado de México, a través de un gesto nos muestra la importancia de un acto y desde la mirada antropológica da cuenta de su trasfondo: la perseverancia de la agricultura campesina a partir del cuidado y selección de las semillas. Nos muestra también un momento en la preparación de los terrenos agrícolas, en especial, la formación de canales de riego para el cultivo en la milpa, otro acto de salvaguarda del territorio en un contexto de creciente acaparamiento del agua y tierras en el Estado de México.

Finalmente, Sara Ramos junto con Javier Guerrero, arqueóloga y estudiante de Antropología Social, por medio de un seguimiento de los astros en la zona arqueológica de Paquimé, conocida como Casas Grandes, establece un circuito calendárico solar y un calendario de horizonte, mostrando una de sus expresiones en el encuentro entre el paisaje terrestre y celeste durante una noche y un día. Su mirada focaliza su atención en un aspecto central en la antropología: la correlación entre el espacio y el tiempo y la construcción de sitios que constituyen lugares de memoria y enclaves de conexión con el entorno.


1. “Continuando con las tradiciones zapotecas de la Sierra Norte de Oaxaca”. Fotografía de Aidé Jiménez.

En la fotografía se observa a la señora Ernestina y a otra mujer, con su pan y champurrado, que ellas preparan para todos y que tiene importancia porque es la continuidad de reunirse entre los pueblos de la Sierra Norte de Oaxaca y dar continuidad a las fiestas de sus antepasados, además de que buena parte de los alimentos que se ofrecen son realizados con el maíz que se cultiva en aquellos pueblos.


2. “Las mujeres: parte fundamental de la organización comunitaria”. Fotografía de Aidé Jiménez.

En la fotografía se observa una parte de las mujeres que participan en la realización de las fiestas en la Sierra Norte de Oaxaca. Las mujeres son parte fundamental para las comunidades, ya que además del cuidado de sus familias, participan de una organización más amplia en el caso de las fiestas, tequios y compromisos comunitarios.


3: “Paisaje manual”. Fotografía de Fernanda Preciado.

En la foto podemos ver las manos al aire de mujeres megadiversas en pie de lucha después de danzar, reír, llorar, gritar... Nos juntamos 4 000 —o más— mujeres de muchas partes del mundo con las compañeras zapatistas en el 2do Encuentro de Mujeres que Luchan. Fuimos convocadas por las compas para hacer un inmenso ritual de sanación y fuerza, para abrir los corazones, escucharnos y acuerparnos entre todas.


4. “Los altos”. Fotografía de Fernanda Preciado.

Este es el paisaje, las montañas, la selva que nos cuidó y abrazó durante el 2do Encuentro de mujeres que luchan. Estuvimos rodeadas de hermosos micropaisajes, así como de insectos, florecillas, el fuego de la cocina, las sonrisas de las compas predicando con el ejemplo del cuidado hacia lxs otrxs. Para llenar nuestras cuerpas de esta inmensa y poderosa vista había qué caminar un poco más allá del caracol, ahí nos sentábamos a pensar, contemplar, escribir, cantar y reconocernos con la Tierra.


5. “Súplica ritual”. Fotografía de Herlan Bernal.

En la imagen se observa al señor Ubaldo Popoca, tlamatique (curandero o especialista ritual) presentando ofrenda en un punto sagrado del cerro Tlaloc, también conocido como el corazón del pueblo. Después de colocar una ofrenda compuesta de: copal, refino, tepech (pulque con piloncillo), velas, xochicozcatl (collar) y maxochitl (ramo), se dispone a realizar un rosario donde integra una serie de súplicas rituales donde destaca: la petición de buenas lluvias, animales, salud y bienestar para la comunidad en general.


6. “Las partes del mundo y su corazón”. Fotografía de Herlan Bernal.

En la imagen se observa la ofrenda en el piso de la iglesia, esta consta de: refino, tepache (con pulque y piloncillo), barras de copal y atole de maíz. Agregan platos con carne de pollo cocida, se acomodan como si fuese un cuerpo humano; arriba la cabeza, tzonticomatl, a los costados las alas, matlapal, y abajo las piernas, queztle, a los platos se les añaden collares y ramos. Para los nahuas de San Baltazar Xochitlaxco, la comida se personifica y, en ese momento, son los dueños del cerro los que ocupan la iglesia.


7. “La despedida solitaria y solidaria”. Fotografía de Itzel Reyes.

Las veladoras puestas sobre los pies del ataúd son colocadas por las personas que van a dejar la cera, esto simboliza el acompañamiento en el duelo a amistades y familiares, porque en San Jerónimo de Miacatlán, Milpa Alta, la costumbre es que el duelo es colectivo, es en comunidad, es la experiencia del duelo entre todo el pueblo. Estas ceras están acompañadas del sahumerio de reminiscencia prehispánica donde el olor del copal se combina con la luz de las velas, y las flores que acompañaran a la difunta a su viaje al más allá.

El plato con vinagre en el que están flotando aros de cebolla constituye, en el presente, una costumbre del ritual fúnebre, un adorno de la tradición; en el pasado servía para guardar los olores que tiende a desprender el cuerpo inerte debido a la descomposición. Ahora, con el ataúd sellado, se vuelve parte del decorado de respeto y acompañamiento de toda la parafernalia que recibe la difunta para despedirla.



8. “El acuerdo para el difunto”. Fotografía de Itzel Pïntor.

El paisaje es semiseco a las faldas del cerro que cuidan distintos participantes de la faena; están reflexionando si aceptarán dar cierta cantidad de dinero para la familia de un campesino, vigía y compañero, quien murió durante un día de vigilancia del cerro, ello como parte de los acuerdos de las distintas faenas.

Las y los distintos participantes son personas mayores. Durante el debate hubo uno que decidió sentarse un momento a descansar mientras observa con atención y reflexión la toma de decisiones de las y los demás. Entre bromas y en serio, mencionaron que la muerte llegará a todos. Ese sentido de la muerte y la vida la vemos en el contraste de los pastos y las ramas secas de los árboles, que conforman un mismo paisaje, reflejan la existencia de lo que constituye un territorio.


9. “Fuente de roca”. Fotografía de Lourdes Velasco.

Esta fuente de roca se encuentra ubicada en un pequeño parque de la Colonia Pedregal de Santa Úrsula. Es un símbolo del volcán que dio forma al pedregal de la zona, también es muestra del trabajo duro y sacrificio físico de los lugareños para hacerse de un territorio. Trabajar sobre piedra volcánica no es tarea fácil y más cuando se tiene que luchar por preservar este lugar ante las constantes amenazas de desalojo desde sus inicios (1970). Los lugareños han luchado hasta ser fuertes como la piedra de los cimientos de sus casas.


10. “Casa sobre la roca”. Fotografía de Lourdes Velasco

En esta imagen se aprecian casas cimentadas sobre piedras volcánicas y, calles urbanizadas y bien trazadas; sin embargo, esto no hubiese sido posible sin el esfuerzo colectivo de los habitantes de las colonias de los pedregales; ellos lucharon con determinación para acondicionar un “área inhóspita” y tornarlo en un hogar y patrimonio para las futuras generaciones. Es el resultado de la organización social y reciprocidad.


11. “Reafirmación de la Defensa del Monte en Milpa Alta”. Fotografía de Miguel Ángel Escobar. 

La imagen capta la ferviente participación de comuneros y ejidatarios procedentes de diferentes pueblos que conforman Milpa Alta, junto a sus descendientes. La ceremonia religiosa practicada en el monte se enriquece con cantos comunales, culminando con el juramento de protección del monte, una tradición transmitida de generación en generación.



12. “Vista del bosque de Milpa Alta desde el volcán Chichinautzin”. Fotografía de Miguel Ángel Escobar.

La fotografía revela la desbordante riqueza biocultural del monte de Milpa Alta. Para llegar a este impresionante punto de vista, es necesario recorrer la ruta que lleva al monte desde el pueblo de San Salvador Cuauhtenco, en Milpa Alta. En el camino, se atraviesa la antigua guarida de los zapatistas, un recordatorio del apoyo milpaltense que una vez tuvo Emiliano Zapata.


13. “Señor Patricio Alcántara y la selección de la semilla en Jilotepec”. Fotografía Ricardo F. Becerril.

En la imagen se observa al señor Alcántara mientras desgrana el maíz para hacer la selección de semilla: maíz para hacer tortilla y el grano que se destinará a la alimentación de aves de traspatio. Ésta es una actividad importante y característica de la agricultura tradicional, pues de ella depende el perfeccionamiento de las semillas criollas que desde tiempos inmemoriales han circulado por la región.


14. “El trabajo pre-riego de la milpa”. Fotografía Ricardo F. Becerril.

El segundo riego, limpia y preparación de la milpa para el segundo riego. En la imagen vemos como un vecino de nombre Tomás Sánchez, del ejido de Doxhicho, quita las rocas y labra surcos por donde se conducirá agua para dar el segundo riego de la temporada al maíz. Los canales secundarios y terciarios forman parte esencial de la infraestructura de los módulos de riego en Jilotepec.


15.  Territorio. Paisaje terrestre y celeste como telar de vida”. Fotografía de Sara Ramos y Javier Guerrero.

Para el pueblo de Paquimé, el desierto de Chihuahua —con sus paisajes, su espacialidad, su forma bimodal de ser-desierto— fue un templo donde pilares vivos dejaron salir “palabras”: sus ritmos, sus cambios estacionales, sus breves pero vivificadoras lluvias, el movimiento de los astros en la bóveda celeste, fueron no otra cosa sino signos, elementos comunicadores de eventualidades que, cual telar de vida, conformaron la vida cultural y espiritual de su gente.


16. “Amanecer del Solsticio de Invierno en Paquimé. Desierto de Chihuahua”. Fotografía de Sara Ramos y Javier Guerrero.

A través del Montículo de la Cruz se reconoce en Paquimé a un pueblo que estando-en-el-mundo, en la Tierra, en el desierto de Chihuahua, reconoció en los ciclos del Padre-Sol y su relación con la irregular topografía de las cercanas montañas de la sierra Madre Occidental (Padre-Sol-Espacio-Tiempo-Montículo-de-la-Cruz), a la medida de espacio-tiempo que configuró la vida social, cultural y espiritual de su gente. Amanecer del solsticio de invierno, el año nuevo en el circuito calendárico solar (calendarios de horizonte) del pueblo en mención.


[1] Son múltiples los autores que nutrieron el debate; entre ellos cabe mencionar a: Marcel Mauss y su planteamiento sobre la noción de persona y técnicas del cuerpo en los ensayos reunidos en Sociología y antropología; Marcio Goldman y su noción de persona, que se encuentra en el artículo titulado “Uma categoria do pensamento antropológico: a noção de pessoa”; Carlo Severi y su libro Memoria ritual; Tim Ingold y las nociones de ecología de vida y ecología sensible desarrolladas en The perception of the envioronment. Essays on livelihood, dwelling and the skill; Phillipe Descola y la discusión colectiva que abre en el libro Naturaleza y sociedad. Perspectivas antropológicas; las investigaciones reunidas en el libro Tierra adentro. Territorio indígena y percepción del entorno, especialmente los trabajos de Juan Álvaro Echeverri, Alexandre Surrallés y Pedro García Hierro; Rogerio Haesbert y el debate que despliega en su artículo “Do corpo-terrtitório ao territorio-corpo (da terra): contribuições decoloniais”; Alicia Barabas y la noción de etnoterritorio desarrollada en múltiples textos, particularmente, en Dones, dueños y santos. Ensayos sobre religión; Marisol de la Cadena, en particular su artículo sobre “Cosmopolítica indígena en los Andes: reflexiones conceptuales más allá de la ‘política’”; Catherine Good y su planteamiento sobre una fenomenología nahua que se encuentra en el artículo “Ejes conceptuales entre los nahuas de Guerrero: expresión de un modelo fenomenológico Mesoamericano”.

Compártelo

  • Hamburgo 135, Colonia Juárez, Alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, CP 06600
  • (55)4166-0780 al (55)4166-0784

Narrativas Antropológicas, primera época, año 6, número 11, enero-junio de 2025, es una publicación electrónica semestral editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Secretaría de Cultura, Córdoba 45, col. Roma, C.P. 06700, alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, www.revistadeas.inah.gob.mx. Editor responsable: Benigno Casas de la Torre. Reservas de derechos al uso exclusivo: 04-2019-121112490400-203, otorgada por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la ultima actualización del número: Iñigo Aguilar Medina, Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, Av. San Jerónimo 880, col. San Jerónimo Lídice, alcaldía Magdalena Contreras, C.P. 10200, Ciudad de México; fecha de última actualización: 10 de enero de 2025.

Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la opinión del editor. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin la previa autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Contacto: narrativas_antropologicas@inah.gob.mx